
Ni el estudiante
ni el maestro de música son personajes convencionales. Andrew sabe lo que
quiere y sabe muy bien dónde llegar. La música, y la batería en particular, es
su pasión. Tiene una vocación definida. Está convencido que su rol en la vida
es ser baterista de jazz y no quiere ser uno más. Esa cualidad es intuida desde
el principio por el maestro Fletcher, al que solo le bastan unos pocos minutos de
observación en una solitaria sala de ensayos de la escuela. Fletcher huele el
talento, pero sabe que ese talento no se desarrolla solo sino con horas de
ensayo y disciplina. El talento está pero hay que extraerlo. Una idea socrática
en estado puro. Fletcher está dispuesto a sacarlo.
Una egolatría
profunda y un carácter ciertamente
irascible, son las armas favoritas de Fletcher, quien inmediatamente llama a
Andrew para forma parte de la orquesta de la escuela y lo desafía a ganarse un
lugar preponderante en ella. Lo que seguirá será una especie de martirio donde
claramente queda expuesto que solo los perseverantes, aquellos que están
dispuestos al sufrimiento y al sacrificio, son los que llegan. Fletcher, como
maestro y director de la orquesta, es un dictador absoluto, un déspota y tirano
cuyos métodos van desde el grito a la humillación, recorriendo toda la escala
de improperios y agresiones posibles hacia sus alumnos. La peligrosidad de su
método es la manipulación (recordar el excelente film alemán "La Ola"
de Denis Gansel). Y Fletcher es un manipulador nato. No obstante , su trabajo es
la búsqueda de la perfección. Pedagógicamente cuestionable, trabaja
incansablemente en la provocación del individuo buscando una reacción que más
allá de la ira, es encontrar la fuerza que impide la claudicación. Fletcher no
tiene en sus manos simples estudiantes de música sino potenciales genios musicales,
jóvenes altamente talentosos que están llamados a destacarse en la ejecución de
cada uno de los instrumentos que tocan.
No obstante
ello, cabe preguntarse porqué la película enfoca solo la relación
Fletcher/Andrew cuando las premisas expuestas son aplicable a toda la orquesta
y a cada uno de sus miembros, todos estudiantes igualmente talentosos en la ejecución
de sus instrumentos. En el cine americano, la confrontación individual tiene
más potencia. Desde un punto de vista social, la sociedad americana está basada
en el desarrollo del individuo como nervio motor de la misma. Fletcher transmite
la idea que la orquesta no es otra cosa que la suma de sus individualidades.
La película
tiende a caerse hacia el final cuando el director y guionista Damien Chazelle
decide airearla, es decir, salir de la sala de ensayo y tomar la calle. Hasta
ese momento, el film ha funcionado como una obra de cámara cuyo encierro ha generado
una atmósfera opresiva de "olla a presión". Sabemos que la acción conducirá
a una inexorable explosión pero no sabemos cuándo ni de qué forma.
Lamentablemente, dicho aireamiento,
provoca un giro más o menos artificioso que deteriora esa atmosfera de presión
creada desde el principio. La película se cae, se desinfla. No obstante,
salvando alguna contradicción, el final en el auditorium vuelve las cosas a su
lugar, el director retoma el ritmo del film, y llega a un final convencional
pero aceptable.
Whiplash,
tan manipuladora como el propio Maestro Fletcher, tiene, además, otros meritos:
es una película interesante y sobre todo, entretenida. Hay que destacar,
además, que toda la música que se
escucha en el film es un deleite para los oídos de los amantes del jazz
moderno. Y por otro lado, las actuaciones de Miles Teller, y especialmente, la de J.K. Simmons en el rol de
Fletcher, son estupendas.