
LA MUERTE
DE DIOS
La película
húngara de László Nemes, "El Hijo de Saul", fue la película más
premiada del año. Se llevó los dos galardones más calificados del mundo del
cine. Ganó el Grand Prix del Festival de Cannes 2015 y en la entrega de los
Oscar 2016, se alzó con la estimada estatuilla dorada a la Mejor Película
Extranjera. No causa asombro ninguno de los dos premios dado que "El hijo
de Saúl" ganó 39 premios más desde su estreno, incluido el Globo de Oro de
la Prensa Extranjera del Hollywood, provenientes de diversas instituciones a lo
largo y a lo ancho de todo el mundo.
Qué tiene "El Hijo de Saúl" para ser
una película tan reconocida, siendo a la vez, una película tan poco comercial. Tiene, sobre
todo, dos cosas: 1) una realización extraordinaria, y 2) un tema siempre
vigente. Pero sobre todo es una película muy interesante.
Vamos a la
realización, un dechado de rigurosidad estilística. Todo su metraje ha sido
filmado cámara en mano. A raíz de ello,
la cámara se subjetiva y se transforma en la sombra y testigo de Saul. Salvo
muy pocas tomas, donde vemos a Saul de frente, la mayor parte de las tomas
vemos a Saul de espaldas. Por lo cual, Nemes nunca muestra el horror en primer
plano, sino que trata de mediatizarlo, a traves de ese testigo involuntario u obligado
que es Saul. La cámara no lo abandona nunca en los 107 minutos de duración que
tiene el film. Lo que ve Saul, es lo que presiente ver el espectador y lo que
escucha. en este aspecto, brilla también la banda de sonido como un personaje
más que brinda información continua. En consecuencia, si bien siempre hay un
solo punto de vista, el espectador más que mirar y escuchar, comienza a sentir
lo que está pasando. Está técnica es parecida a las utilizadas en las películas
de terror americanas. La diferencia es que aquí no hay trampas ni golpes bajos.
El film no juega con el espectador, sino que lo transforma en un testigo de lo
que le ocurre a Saul. En ese sentido, la disciplina fílmica de Neves es
notable, aunque hay que destacar que narrativamente se permite un lapsus en la
escena final. No obstante, dicho lapsus no invalida los méritos artísticos que
tiene la película.
Un segundo
aspecto a tener a en cuenta es que la sordidez del tema está reflejado a traves
de una cámara que reduce el color del sepia al blanco y negro. Asi la imagen se
vuelve granulosa, densa, borrosa. La primera imagen de la película, parece un
borrador de la película que va a ser, mientras el final funde directamente en negro.
En la cámara de gas, el uso de una luz de baja intensidad difumina los cuerpos convirtiéndolos en una masa no
identificable. En todo momento, la ambientación es claustrofóbica tal como se
supone es la vida en un campo de
concentración.
Por otro
lado, el tema alude a la dignidad humana. Estamos en plena 2da Guerra Mundial.
La acción transcurre durante 2 días en un campo de concentración alemán. Saul
es un detenido que ha sido enviado a trabajar en los crematorios donde encuentra
el cadáver de un niño a quien quiere darle una sepultura religiosa, para lo
cual, obviamente, requiere encontrar a un rabino. En ese mundo del revés, Saul intenta
sobrevivir y conservar sus valores, o tal vez al revés, intenta conservar sus valores para poder sobrevivir. Porque la condición humana, dentro del campo,
se ha perdido, no existe. El campo es un
no lugar, algo clandestino cuya existencia, incluso, es negada. Opera como una
fabrica, en la que, prisioneros privilegiados como Saul, que forman parte de un
Sonderkommando en Auschwitz, deben mantener una disciplina de trabajo cuya
ruptura, obviamente, es penada con la muerte. Poseen un penoso privilegio. Manejan
la maquinaria de la muerte. Para ellos, la vida continua. Su condena es vivirla.
En el
final, lejos de parecer concesivo y de generar una luz de esperanza, el film reafirma
esa imposibilidad de sobrevivencia del hombre en cautiverio sometido a la
arbitrariedad, la barbarie ó al afán de
dominio alejado de toda razón. Nemes, estéticamente, abandona la subjetividad que
la cámara ha mantenido durante todo el relato, y pasa a manejarse con planos
generales desconectándonos de la visón de Saul y dejándonos la película libre
para que cada uno de nosotros saquemos nuestras
propias conclusiones sobre lo que ha acabado de ver.
Más cerca
de "La Tregua" de Francesco Rossi que de "La Lista de
Schindler" de Steven Spielberg, muy lejos de "La Vida es Bella"
de Roberto Begnini, pero definitivamente emparentada con "El
Pianista" de Román Polansky, no es un film más de guerra, ni un film sobre
las maldades del nazismo. Los nazis casi no aparecen. Lo que si aparece es su nefasta
obra, su administración de la muerte, su falso sentido disciplinario, del cual
resulta un sometimiento a un voluntad
superior, en este caso, organizada bajo la forma de un ejército armado con
grandes campos de detención. Pero sobretodo, es un film sobre la condición
humana, sobre los aspectos más despreciables de la misma. No olvidemos que el
hombre siempre es el actor principal de todo atropello contra otros hombres,
animales y toda forma en que se exprese la naturaleza. El discurso
cinematográfico de Nemes parece querer recordarnos las consecuencias nefastas
del proceso de masificación de una sociedad
vaciada de objetivos. De que dicho vaciamiento es producto de la duda y
la desorientación, y que dichos caminos conducen al nihilismo en su estado más
puro, afirmando la muerte de Dios.