sábado, 16 de abril de 2016

KÓBLIC de Sebastián Borensztein




ESTADO DE SOSPECHA

Sebastián Borensztein es uno de los talentosos hijos de Tato Bores. Comenzó su carrera profesional en la televisión dirigiendo durante varias temporadas (1988-1994) programas de su padre, para después realizar los ciclos de Tiempo Final y Malandras en TELEFE. Su pasó por el cine ya registra 4 largometrajes realizados como guionista, productor y director, entre ellos, el más recordado es "Un Cuento Chino", que realizara en 2011.

Con "Kóblic", Borensztein vuelve al cine. Inspirado tanto en el cine negro americano como en el western, logra una película bien argentina, apoyado en gran medida por un elenco de lujo encabezado por Ricardo Darín, en el papel de Kóblic y Jorge Martinez, como el comisario del pueblo.

El film transcurre a fines de los 70 durante la dictadura militar. Kóblic es un oficial de la Armada que participa de los denominados "vuelos de la muerte". Una carga de consciencia comienza a inquietarlo y quitarle el sueño, hasta que finalmente, decide escapar, y esa fuga lo lleva a un pueblo perdido en medio de la llanura pampeana, donde transcurre la mayor parte de la película.

En "Kóblic" todo el mundo es sospechoso. Es que ese estado de sospecha permanente, era lo que se vivía en Argentina durante la dictadura militar. Cualquiera podía ser un subversivo. Cualquiera podía ser detenido por el mero hecho de no portar un documento. Kóblic deserta de la Armada y se transforma en una persona sospechosa. Obviamente, no es una persona cualquiera. Es un oficial de rango, más precisamente, un capitán. Un hombre que ha recibido instrucción militar, que tiene una disciplina, que sabe manejar armas, es mecánico y sabe comandar un avión. Su llegada al pueblo no pasará desapercibida. Al rato todos posan su mirada sobre su persona y se preguntan quién es.

El film, si bien tiene buen ritmo y está prolijamente hecha, carece de rigurosidad. En varias instancias, el guión cae en obviedades que no le permiten despegar como una obra de mayor envergadura. Por momentos, Borensztein se luce. Darín se encuentra frente a una ventana con la mirada extraviada, sumergido en sus pensamientos. Un soldado abre una puerta y le dice: Todo está listo, Capitán. Cinematográficamente, el director acompaña la caminata de Darín hasta el avión con un travelling de cámara que hace recordar al Kubrick de "Paths of Glory". Más tarde, se reitera repitiendo en 4 momentos diferentes la escena de los cuerpos tirados desde el avión al mar. Es cierto que ese es el motivo por el cual Kóblic quiere escapar de la Armada, incluso, tal vez de sí mismo. El problema es que con el transcurrir de la película, el personaje sufrido se va convirtiendo en un héroe de acción, un justiciero, cuando en realidad, es tan solo un represor que quiere escapar de sí mismo. En verdad, Kóblic es un personaje tan negro en su definición que las reiteraciones de los flashes del horror solo parecen querer humanizarlo cuando el guión solo se esmera en estereotiparlo.

En otro momento, Kóblic va a buscar al Comisario del pueblo. Va vestido con uniforme de la Armada. La escena remite a "La Hora Señalada", pero Kóblic no es el Marshall Will Kane. Parece que su ruta, su escape, busca un camino de justicia, pero paradójicamente, solo va en busca de venganza. Es como si se convirtiera en una contradicción permanentemente. Quiere escapar del horror, pero por lo contrario, va a su encuentro. y se sumerge aún más en él.

Borensztein acierta en la atmosfera de duda y sospecha en la que se desenvuelven sus personajes. Todos son lo suficientemente ambiguos y les es difícil adquirir credibilidad en un estado de cosas donde priva la sospecha. Pero es en la descripción del personaje principal donde reside la principal debilidad. Kóblic quiere escapar de una pesadilla que es la propia realidad. Sin embargo, no hace más que sumergirse en una pesadilla tras otra porque son sus propias acciones las que lo envuelven una y otra vez en la vorágine de violencia de la cual quiere escapar.

Film negro sobre una época negra. Fuera de Argentina, o para quienes desconozcan el contexto, las arbitrariedades del guión quedarán a la vista, y solo se destacará el prolijo trabajo de cámaras y un logrado ritmo narrativo que hacen de "Kóblic" un film entretenido. Más allá de ello, Ricardo Darín y Oscar Martinez están convincentes en sus personajes protagónicos y antagónicos. En el resumen, Borensztein queda en deuda, pero sin duda, narrativamente, avanza un casillero respecto de su trabajo anterior: "Cuento Chino".

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