UNA CASA ENBRUJADA
Película incuestionable de autor, Soderbergh asume las
responsabilidades de dirección, edición y fotografía logrando hacer volver a nuestras pantallas un cineasta
creativo capaz de realizar un cine personal a la vez que aferrado a los géneros.
Desde la primera escena experimentamos su punto de
vista: con una cámara recorre un caserón vacío. Acto seguido llega la familia
Payne, quienes compran la vivienda a instancias de la fría Rebeca (Lucy Liu), quien
considera que su ubicación beneficiará la carrera deportiva de su hijo Tyler
(Eddy Maday), por el que siente una clara predilección en detrimento de su hija
Cloe (Callina Liang).
El film nos propone
asumir el papel de un mirón en una casa embrujada, donde existe un ogro
que nos complicará la vida. La acción se desarrolla en New Jersey, en una casa de tres pisos, donde el
director se mueve con soltura y maneja los hilos de la trama con
conocimiento de los objetivos que se
propone alcanzar, el cual es desarrollar un film de terror tradicional pero
sumamente actualizado a los tiempos que vivimos, donde un cierto cinismo mueve
a los personajes. Por otra parte, el director logra destacarse construyendo un
film inteligente y entretenido, que sin dudas, también tiene ansias y aspira a
renovación del género.
La película no engaña al espectador, y en consecuencia, logra
desarrollar una trama atrapante protagonizada por Lucy Liu, Chris
Sullivan y Callina Liang, donde una familia que acaba de mudarse
comienza a darse cuenta que la casa está también habitada por un fantasma.
La trama se desarrolla totalmente dentro de una
casa de familia y emplea un punto de vista único que el propio director la
presenta como un “emocionante viaje cinematográfico que subraya el estatus del
director como que pone a la cabeza al cine independiente estadounidense”. También
destaca la justeza del guion y algunas imágenes capaces de impresionar espectador.
Como experimento, sigue siendo
interesante la solvencia de una
experiencia importante. La presencia fantasmal nunca se materializada pero ahonda la idea, sobretodo en el final, donde parece
que aquella figura realmente ha tomado forma.
Presencia, sin duda alguna,
rejuvenece al cine de clase B, y muestra la solidez autoral de director, que
sin duda trabaja con personajes bien
dibujados que, no obstante, pueden ser objeto de diversas interpretaciones. Su
devenir es como una serie de cortometrajes donde una presencia se mueve por la
casa, y se transforma en testigo de eventos en la vida de sus residentes. La película
sugiere que hay cosas más peligrosas en este mundo que no son corpóreas sino
sobrenaturales, y en consecuencia, es una película que admite diferentes lecturas.
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