jueves, 25 de septiembre de 2014

LUCY de Luc Besson

UNA AMERICANA EN PARIS

Luc Besson es un hombre de cine. 56 guiones, 21 películas y 116 producciones ameritan esta afirmación. No hay duda que Besson es el productor  francés contemporáneo más importante de Europa y su cine se ha cimentado en la idea del entretenimiento puro avalado por la técnica y la destreza narrativa que sin lugar a dudas, Besson tiene.
Lo conocimos a mediados de 1985 con "Subway", con Chistorpher Lambert en el papel principal. Se hizo famoso con "The Big Blue", 1988,  aquella película de los 2 buzos que compiten hasta perder la vida en las profundidades del Mediterráneo. Más tarde su fama se consolidó con Nikita (1990) (los americanos incluso hicieron una remake y también una serie de televisión) y León (1994), con quien lanza al estrellato a Jean Reno y a Natalie Portman, aun una niña.

Con "Lucy" (2014), Besson vuelve al ruedo, quiero decir, vuelve al cine que lo hizo famoso, esta vez de la mano de Scarlet Johansson, una actriz dúctil capaz de mostrar ingenuidad y perversidad en forma simultánea. Ella es la Lucy del título, una joven americana, secuestrada en China con el propósito de utilizarla como mula en el trafico de drogas. Lucy recibe una sobredosis como consecuencia de una paliza que le imparte su carcelero, y el shock que sufre le genera un desarrollo cerebral que le permite tomar conocimiento en forma acelerada. Morgan Freeman es el científico especialista en desarrollo cerebral que pretende darle seriedad al disparate inventado por Besson. Scarlet y Morgan, no solo lucen como los grandes actores que son
sino que aportan esa voces tan personales que los caracterizan que , con una dicción perfecta, ayudan a que la película sea algo creíble.

Poco, poquito.  Aunque hay que reconocer que " Lucy" es divertimento en estado puro, una de mucha acción con un envoltorio lujoso, una explicación científica para atraer al espectador aburrido, la belleza y la credibilidad de la Johansson, la dicción de un Freeman que parece estar narrando un documental de la National Geografic, un correcto festival de efectos especiales, y la destreza narrativa de Besson, que todo lo puede.

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