lunes, 29 de septiembre de 2014

RELATOS SALVAJES de Damían Szifron

EL ESPEJO EMPAÑADO

Relatos Salvajes no me gustó demasiado. Cinco episodios independientes  y un prologo, generan un film desparejo que se parece más a un ejercicio de estilos que a una obra coherente, con una temática concreta y un objetivo determinado.
Si Szifron se propuso generar un catalogo de sus virtudes tanto como guionista como director cinematográfico, seguramente, aprueba el desafío. Pero si el objetivo de Szifron fue realizar un fresco social, quedo a años luz de un film tan luminoso como retrato de una época como lo fue "La Gran Belleza (2013) de Paolo Sorrentino.

Particularmente, me gustaron, los episodios protagonizados por Darín y Oscar Martinez respectivamente. Están plenamente logrados y justifican haber pagado el precio de la entrada. Ambos son claros, contundentes y sus historias parecen estar describiendo el verdadero comportamiento salvaje de una sociedad al borde de la hipocresía, la corrupción, el autoritarismo y el estallido social.
Los otros episodios, en cambio, no me resultaron igualmente interesantes. El prologo, absolutamente disparatado, encierra una escena final a cine puro. Ese es su acierto. Uno de los mejores momentos de la película. Es una escena donde Szifron demuestra que es capaz de narrar en términos estrictamente cinematográficos. El segundo corto, protagonizado por Rita Cortese y Julieta Zylberberg, está bien contado, pero su final es de una corrección politica que apena y hace desconfiar de los verdaderos motivos que impulsan a Szifron.  Al menos yo, esperaba un Szifron más contestatario. El siguiente relato, el de Leonardo Sbaraglia, muestra una escalada de violencia que nace de la nada y termina en la muerte. Deja pensando, pero uno concluye que como sátira social es "too much". Finalmente, el episodio final, la descripción de una fallida fiesta de casamiento, muestra otra vez a un Szifron muy cómodo y suelto en sus condiciones narrativas pero contando un disparate absolutamente increíble. Muy lejos de aquella fiesta de casamiento que filmó Michael Cimino en El Francotirador (The Deer Hunter, 1978), donde se percibía que detrás de la alegría de la fiesta se escondía la amenaza cruel de una guerra incomprensible y obviamente, absurda como todas las guerras.

Ese absurdo, que en nuestro caso es el de una sociedad estancada, que no avanza a pesar de poseer recursos naturales y humanos suficientes, es lo que no refleja la película de Szifron. No obstante, y en función de la capacidad demostrada, cabe preguntarse "qué nos quiso decir" . Es "Relatos Salvajes" como película, un compendio de las características de una sociedad violenta y desarticulada socialmente, al mismo borde de la desintegración? Somos capaces de volver  a matarnos entre hermanos por una simple nimiedad, por una idea política o por la lucha de clases? Estamos en un país al borde del estallido donde la corrupción política y social se pasea impunemente? Existe un relajamiento moral que condiciona toda posibilidad de desarrollo? Es tal la impunidad que solo nos queda la justicia por mano propia?


Relatos Salvajes es exactamente lo que dice el título. Una serie de relatos, más o menos pretenciosos, que no alcanzan la altura necesaria como para transformarse en una pintura social de lo que como sociedad nos pasa. Existe en el film una especie de tufillo a conformidad, a  corrección politica, a prolijidad cinematográfica que impide que estos relatos se conviertan en un verdadero fresco social y que se proyecten hacia el futuro como una película documento que describe una época maldita. Una verdadera pena. A veces, en el arte, es necesario tomar un poco más de riesgo y no asegurar tanta taquilla. En verdad, mostrarnos tal como somos, no solo puede ser salvaje sino peor aún, puede hacernos doler.

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