sábado, 7 de noviembre de 2015

SPECTRE de Sam Mendes



RETORNO AL PASADO CUESTIONANDO AL FUTURO

San Mendes es un fundamentalmente un director teatral formado en Cambridge, tocado tempranamente por el éxito que lo llevó a dirigir a Judi Dench y más tarde a formar parte de la Royal Shakespeare Company. Años más tarde, tuvo la oportunidad de devenir en cineasta cuando en 1999 dirigió en Hollywood  "Belleza Americana", alzándose con los premios Oscar más importantes de ese año, y transformándose en niño mimado del cine americano. Más tarde dirigió a Tom Hanks en "Road to Perdition, 2002", y a Leonardo Di Caprio y Kate Winslet en "Revolutionary Road, 2008", entre otras.

En 2012 accede al mundo Bond dado que los productores de la serie, Bárbara Broccoli y Michael G. Wilson lo llaman para dirigir "Skyfall", donde por segunda vez en 23 películas, el elemento dramático sería desarrollado con la misma importancia que la acción. La anterior era "Al Servicio Secreto de su Majestad", donde Bond se casa y su esposa muere a manos de la mafia italiana.

En Spectre, Mendes vuelve a la dirección y sus guionistas parten de "Skyfall" para desarrollar la nueva trama. Aquí, el meollo dramático queda encerrado en dos Mcguffins, una foto de dos niños tomados de la mano de un hombre en una montaña en Suiza que  M deja en Skyfall ,  y un extraño anillo cuyo portador , Marco Sciarra, es un criminal muerto por Bond en la escena inicial, y que parece pertenecer a un miembro de la Organización Spectre, aquella que en la primeras de Bond se quería apoderar del mundo de la mano de malvados tales como el Dr. No, Goldfinger o Ernst Stavro Blofeld.

El problema de Mendes es que el guión de la nueva película de Bond no es una simple película de acción, sino una compleja trama cruzada por dos líneas divergentes. Mendes acierta en las escenas de acción, pero no llega a desentramar las líneas divergentes. Sus antecedentes teatrales y tendencia a melodrama, lo llevan a empecinarse, y como consecuencia de ello, saca la película a flote, pero el desequilibrio entre las líneas divergentes es manifiesto.

Esas líneas cuestionan tanto el pasado como el futuro de Bond. La que se dirige al pasado y ocupa la mayor parte del relato, está orientada a establecer la extraña relación que Bond tuvo con el villano de turno, Franz Oberhauser (un correcto Christopher Waltz), devenido en principal miembro de la Organización Spectre, que esta vez ha montado una especie de "Gran Hermano" a nivel mundial capaz de espiar los movimientos de hasta el mismisimo MI6. Esta línea, nunca será esclarecida. No obstante, hace pensar que el huérfano James fue tutorado por Oberhauser padre y de allí, la vieja relación con el villano. Por otro lado, la segunda línea divergente, orientada hacia el futuro, pone en duda la función de los agentes doble cero y necesidad de la licencia para matar dado que la inteligencia artificial puede constituirse en un perfecto sustituto de los mismos con un costo de vidas humanas infinitamente inferior.

La cuestión es que ninguno de los dos conflictos planteados es suficientemente claro, ni parecen afectar personalmente al héroe como se pretende, ni tampoco dejar preocupado interesado al espectador en función de lo que está viendo.  Bond no dejará de ser Bond en la próxima película ni quedará tendido en el  diván de un psicólogo.  Tampoco el público está tomando conciencia que la posibilidad del Gran hermano ya es una realidad capaz de afectar nuestra propia seguridad y sobre todo,  intimidad.

El film puede verse como lo que es, una película de acción, pero queda deudor por ser un film demasiado  pretencioso que no satisface las líneas dramáticas que plantea. Es cierto que esas líneas se juntaran al final, pero el trayecto de las mismas está lleno de obstáculos que obligan al espectador a un esfuerzo mayúsculo para poder desentrañarlas. En "Skyfall", Mendes llevaba a buen puerto el conflicto de la orfandad de los doble ceros y lo transformaba en tragedia ante la muerte de M. Pero en "Spectre", los conflictos paralelos no se resuelven a través de las imágenes sino por medio de diálogos explicativos que se llevan por delante todos los esfuerzos cinematográficos que Mendes ha hecho para que Spectre pueda ser el gran espectáculo Bond que se propuso ofrecer.

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