Pedro, fílmate algo!. Qué no se te ocurre nada? Por qué no contás
algo de tu vida íntima, que tenga que ver con la gran movida española de los
80? Te acordas, hermano, que bien la pasamos? ¿Y de tu primera película?
Además, te hiciste famoso. Increíblemente, la gente fue a ver Pepi, Luci , Bom
y otras chicas del montón! ¿Quién lo hubiera dicho? Y dos años después corrían
a ver Laberinto de Pasiones. Qué años los ´80! Sobre el final de la década llegaron
las Mujeres al Borde de un Ataque de Nervios, Pedrito, y todo lo que filmaste
después fue bien recibido! En los `90 ya te conocía todo el mundo y eras un
director consagrado. Qué queres hacer ahora? 8 y Medio? Acaso te animas? Mirá
que vos no sos Fellini!
Para qué lo abre dicho? Dolor y Gloria es el 8 y Medio
almodovariano, licuado de acuerdo a los tiempos líquidos que estamos viviendo.
Cuesta creer que un director consagrado como Pedro Almodóvar haga una película
tan impúdica sobre sí mismo, mostrándose en una crisis creativa, enfermo,
drogándose hasta el cansancio hasta llegar a un punto donde los médicos
encuentran una solución a sus padecimientos, dan en la tecla, lo devuelven a la
vida y chau pinela! A filmar otra vez! Con una gran suma de auto indulgencias,
tenemos otro nuevo Almodóvar en cartelera.
Se podría decir que el film es la crisis existencial de un
artista que en un pico de enfermedad, se hunde en la desesperación, y como llamada
de auxilio retorna a sus viejos amigos en busca de apoyo, llegar al fondo
acompañado, cuando vuelve a aparecer la luz, renace como una Ave Fénix
volviendo de sus cenizas a una nueva plenitud creativa.
Almodóvar es Almodóvar, y aunque nunca se llevó la Palma de
Oro en Cannes, igualmente es considerado un Gran Maestro del Cine. En el 2000,
con Todo Sobre Mi Madre, ganó el Oscar a la Mejor Película Extranjera y en
Cannes, la Palma al Mejor Director. Pero llegar a este “Dolor y Gloria”
mostrándose como un director absolutamente decadente incapaz de superarse a sí
mismo parece una broma de mal gusto, casi una tomadura de pelo al espectador. Creo
que es la primera vez que un film de Almodóvar no me gusta e incluso me causa
rechazo.
No obstante, debo reconocer que Antonio Banderas está
impecable en su papel de Salvador Mallo, el presunto alter ego de Almodóvar.
Compone la figura de un director enfermo, al borde de la decadencia,
autodestructivo, incapaz de enfrentarse con la verdad aislándose en el mundo de
las drogas donde su auto indulgencia lo puede todo, transformándose siempre en
una víctima de los demás.
El film también cuenta la infancia del director. Estas
escenas parecen de otra película, en la cuales se hace incapie en la
importancia de la formación religiosa en aquella época. En ellas, Penélope Cruz
compone la madre joven, mientras que más tarde, Julieta Serrano hace de su
madre anciana, para que en una escena en el hospital, donde Doña Jacinta agoniza,
el sentimiento de culpa del director pueda ser expiado. Hay otros dos papeles
también destacables en el casting. Asier
Exeandía en el papel de Alberto Crespo, un actor importante en la vida de
Salvador Mallo, y Leonardo Sbaraglia, un bisexual que ha sido el gran amor del
director.
Dos colaboradores habituales de Almodóvar completan su
equipo técnico dando jerarquía al producto. Jose Luis Alcaine en la fotografía,
y el notable músico español Alberto iglesias en la música.
Creo que el tiempo colocará en su lugar a esta nueva obra
del director. Hoy la veo como una película menor del gran maestro español. No
creo que dentro de unos años pueda recordársela como una obra capital en su
filmografía, aunque si recordaremos los esfuerzos de Antonio Banderas
interpretando a ese director perdido entre la auto indulgencia, la enfermedad y
la drogadicción tratando de salir y encontrarse con lo mejor de sí mismo. Muy
lejos de Fellini y su “8 y ½”.
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