jueves, 22 de octubre de 2020

EL JUICIO DE LOS 7 DE CHICAGO de Aaron Sorkin

 

POR UN MUNDO MEJOR

Corre 1968. Los Estados Unidos se encuentran sumergidos en la guerra de Vietnam. El Presidente Nixon, un republicano, gobierna el país. Las protestas están a la orden del día. En Chicago, está por comenzar la Convención del Partido Demócrata en medio de acciones violentas lideradas por un grupo de estudiantes universitarios, tanto de centro como de izquierda, y líderes del movimiento de las minorías de raza negra, provocando enfrentamientos con la policía que derivan en cientos de heridos y detenidos. El cabecilla de la revuelta era Tom Hayden, quien contaba diferentes apoyos, entre ellos, de Abbie Hoffman y Jerry Rubin, líderes del movimiento hippie, y de Bob Seale, cabeza del Partido de las Panteras Negras. Controlada la protesta, siete de los cabecillas fueron acusados por conspiración contra la Administración Pública.  El Juez Hoffman será el juez de la causa.  

Aaron Sorkin es un afamado guionista de cine americano, conocido, sobretodo, por Una Cuestión de Honor (A Few Good Men,1992) film dirigido por Rob Reiner basado en una obra teatral propia, estrenada con mucho éxito en Broadway, que luego tuvo su versión cinematográfica. Sorkin también escribió Daños Corporales (Malicia, 1993), la exitosa Mi Querido Presidente (The Presindent and Miss Wade, 1995) y colaboró en el guion de Enemigo Público (1998), La Roca (1996), Exceso de Equipaje (1997), La Lista de Schindler (sólo el guion final, 1993); La Guerra de Charly Wilson (2007); la estupenda Red Social (2010); Moneyball (2011); Steve Jobs (2015) (otro guion notable). En televisión tuvo dos éxitos, uno mayúsculo con The West Wing (El Ala Oeste), nominada al Globo de Oro (1999) y Sports Night (1998). Su debut como director cinematográfico fue en 2017, dirigiendo un guion propio, que se conoció en los cines con el título de Molly´s Game (La Apuesta Maestra). En consecuencia, la obra que nos ocupa es su segunda película como autor y director.

Los 7 de Chicago no solo luce como un muy buen y habilidoso guion, sino también una comedia satírica. Sorkin observa experiencia, describe ligeramente los sucesos ocurridos que dan origen al juicio dentro de un marco casi documentalista. Después se concentra e instala en el ambiente del juicio y se concentra en describir este último acontecimiento pintando un provocativo ambiente de farsa que describe con gran minuciosidad. Sabe que lo importante no ha sido la manifestación sino las consecuencias de la misma, las cuales tienen alcance político y social. El conservadurismo republicano no solo es puesto en tela de juicio sino que todo un modelo de vida, aquel surgido después del triunfo  aliado durante la Segunda Guerra Mundial y que 20 años después comienza a agotarse produciendo demandas de orden social que en lo económico tiene que ver con la aparición de las primeras computadoras comercialmente disponibles y en lo social con la integración racial. El resultado de ello será un nuevo orden que destaca la aparición social del hipismo, caracterizado por una más amplia aplicación de los derechos civiles, una mayor reconocimiento de derechos a la gente de raza negra, el comienzo de una liberación en lo sexual, en la moda, en la música, e incluso en la lingüística. Un  cambio en los hábitos y costumbres que encuentran su raíz en la idea de una mayor libertad.

Sorkin encierra todas estas ideas dentro de una acción judicial, un juicio que se lleva a cabo en una serie de audiencias en las que se pretende juzgar a los presuntos culpables de las protestas públicas callejeras que han tenido lugar en un parque de Chicago. Pero lo que verdaderamente salta a luz no es la idea de culpabilidad, sino la de un profundo resentimiento y temor al cambio. Son las bases mismas de un “stato quo” lo que está en discusión en ese juico. La rebeldía de los jóvenes conduce a un cambio de época, y eso produce el rechazo de los conservadores representados por el partido gobernante, en aquel momento, el partido republicano.

Sorkin transforma la sala judicial en un campo de batalla donde se proyecta la idea revolucionaria en las personas de los acusados mientras que las ideas contrarias son  representadas por el propio juez de la causa, que es la esencia misma del conservadurismo. El contrapunto presentado es notable porque además, interpretado por un elenco de actores que se lucen en sus respectivos papeles, sobresalen los excelentes diálogos fruto de la experiencia y la brillante expositiva de Sorkin. El film es ágil, entretenido, interesante y rinde tributo a un hecho histórico digno de recordar en la historia del republicanismo.

El Juicio de los 7 de Chicago elude al drama eligiendo la comedia disparatada casi inspirada en lo farsesco. Su veredicto de culpabilidad o inocencia no implicará una sentencia de orden personal. Sus consecuencias tendrán una mayor dimensión que se concentrará en el orden de lo social.

La recreación de este juicio nos recordará quienes somos, nuestra capacidad evolutiva como sociedad, y nos dirá que la revolución de las costumbres no solo es posible sino que produce cambios que nos enriquece como seres humanos que vivimos en comunidad. El juicio a los 7 manifestantes revoltosos de Chicago se transformará en un fabuloso alegato a favor de los derechos humanos y civiles de las minorías, especialmente, de la gente de raza negra en los Estados Unidos de América.

 

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