jueves, 20 de abril de 2023

EXTORSIÓN de Martino Zaidelis

UN POLICIAL AFRANCHELADO

En éste, su último film, Francella es Alejandro Petrossian, un piloto de una aerolínea argentina que realiza vuelos a Madrid. Por otra parte, tiene años y experiencia, y a esta altura del partido comienza a esperar una jubilación que le permita disfrutar con cierta comodidad el resto de su vida. El tiempo pasa rápidamente.  En compañía de su esposa (Andrea Frigerio) quisiera tener libertad  para poder viajar por placer.

Pero le ocurre todo lo contario. Las circunstancias lo  comprometen y una banda de narcotraficante lo someterá a transformarse en valija del narcotráfico. De ahora en más, seguirá siendo un piloto de avión pero también el trabajo de un correo al servicio de una banda de delincuentes que lo obligaran a trabajar clandestinamente entregando paquetitos en determinadas  direcciones en Madrid, recibir el cobro y volver con el dinero respectivo para entregarlo a sus mandantes. Pablito Rago será Saavedra, el malo de la película, el narco que obliga de la mano de la fuerza y la violencia.

Se trata de un policial clásico de estilo americano, al que sigue con todos sus lineamientos. Sus referentes nacionales son, particularmente, las películas policiales y exitosas de los ´80 que adquirieron fama, aquéllas dirigidas por Adolfo Aristarian,  con actores tales como  Federico Luppi y Pepe Soriano que marcaron una época de buen cine. Estamos hablando de un cine de casi cuatro décadas atrás que brilló entre fines de los ´70 y principios de los ´80, tales como La Parte del León (1978), Tiempo de Revancha (1981), Últimos Días de la Victima (1982), y Plata Dulce (1982), obras que se enrolaban en el policial negro y transitaban un estilo que solía derivar en la tragicomedia, sin abandonar el rubro que les daba vida. Estas películas tuvieron una gran convocatoria de público por su personalidad, contundencia, y una capacidad de generar tendencia que hizo resucitar a un cine argentino que generó entusiasmo  y llegó fácilmente al público llenando las salas.

La estructura de la película responde a un modelo clásico, aun género, el policial, que no admite demasiado riesgo artístico. Su plena adhesión a la forma, el protagonismo de un actor conocido que sabe clonarse en diferentes papeles aunque nunca deje de ser sí mismo, porque en el fondo, lo cierto, es  que la gente se lo pide. En consecuencia, construye el personaje por afuera dejando siempre deja el sello de su marca en el orillo. Posiblemente, y con sumo respeto, lo mismo le pasaba a Luppi en  las películas que hemos mencionado. No obstante, estamos hablando de un actor consagrado, alguien que puede elegir el papel que quiere, en este caso lo hace interpretando el rol de un detective policial que debe disfrazarse de narcotraficante.

El tema de la droga, el vestuario moderno, la fotografía en color, el propio estilo “francella” agiornan a este policial haciéndolo transcurrir en nuestro tiempo. Pero el film nunca se deja de parecer y añorar a aquellos clásicos y obras maestras de los años ´40. El “Halcón Maltes” de Otto Preminger (1944), “La Dama de Shanghái” (1945), “El Sueño Eterno” de Howard Hawks (1946) y tantos otros que han sido y son modelos en los que éste se basa aunque cueste reconocerlo.

Prolijamente realizado, el policial de Zandelis aprueba el desafío de un género donde abundan los clásicos. Es posible que no pase a la memoria, pero seguramente, es capaz de entretener durante hora y media sin generar un bostezo. Obviamente, no pasará a la historia del cine policial dado que se inspira en ellos aunque sin su glamour, y menos aún, extrañando aquellas viejas estrellas del cine que los interpretaban. Bogart hay uno solo.

Los actores que lo acompañan cumplen en sus respetivos papeles. La música subraya sin molestar  pero tampoco deja recuerdo y el montaje es clásico y preciso. Pero… la falta de glamour, la concentración de la trama en un personaje interpretado por un Francella que siempre hace  de sí mismo en diferentes papeles, deja al film como una obra pasatista sin demasiadas pretensiones, que, si bien engancha al espectador, nunca muestra pretensiones renovadoras que lo transforme en un policial diferente capaz de generar un modelo o estilo de época. El esfuerzo de Francella es notable, pero Francella siempre es Francella.

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