LA
HISTORIA DE UNA CORTESANA
Estrenada
esta semana en Buenos Aires, escrita, dirigida y actuada por Maïwenn le Besco,
una cineasta francesa, trata sobre las relaciones sexuales entre el grupo de cortesanas y el rey, Ellas eran mujeres que ocupaban un lugar
importante en la vida del monarca. Eran sus amantes y no solo se ocupaban de
satisfacerlo sexualmente sino también recibían un trato diferencial dado que se
destacaban por su nivel cultural. La mayoría de ellas pertenecían a
alta sociedad de aquella época.
Jeanne Becú, hija de un monje y una cocinera, era una de ellas. Era conocida como Madame Du Barry, de procedencia humilde que, más tarde, por su inteligencia y sensualidad, se convertiría en la amante preferida del Rey.
Francia era conducida por el rey Luis XV, un hombre mayormente preocupado por sus amoríos. No obstante, destacaba por sus contribuciones a la cultura y las artes. No le importaba demasiado el qué dirán de la monarquía francesa, y en consecuencia su vida particular, y sobre todo, amorosa, le preocupaba más que la política. Consecuencia de ello, Francia se debilitó política y militarmente. La muerte de Madame Pompadour en 1764 dejó un espacio que ocupó de hecho ocupó la consejera y cortesana favorita.
Maïwenn propone en la película una versión romántica de una mujer bella, inteligente e instruida, dotada de una gran fortaleza para tolerar el rechazo del entorno de una corte. La directora pinta ese ambiente con ligereza dando lugar a la parodia. El tono que elige esquiva la solemnidad, donde destaca un Johnny Depp que juega con una gestualidad por momentos excesivamente descontrolada.
El film es la historia de una mujer que quiere ser libre pero termina siendo víctima, no solo de las circunstancias sino de la hipocresía y el devenir de la aristocracia francesa, y se transforma en un objeto de deseo y envidia de sus pares.
Lamentablemente, el film se vuelve confuso en su desarrollo porque el personaje principal pierde presencia cuando una mujer que oficia de cortesana del rey logra sobreponerse a todas sus pares de la corte, y termina siendo despreciada por el ejército de rivales de su propio género.
La mirada
del film es honestamente feminista. Cuando Jeanne se niega a
quitarse la ropa para que un artista la pinte en desnudo, ella dice
“Ese mi cuerpo”, dando a entender que su cuerpo no se vendía.
Maïwenn consigue pintar el ambiente aquella corte en un tono que bordea la parodia. No obstante, logra sobreponerse al ejército de mujeres rivales que la han despreciado por su sometimiento. La incomprensión de los hombres que la rodeaban, los que la valoraban en su justa medida o la deseaban, la mantenían protegiéndola del qué dirán, y de la envidia que generaba entre sus pares.
Maïwenn consigue pintar el ambiente aquella corte en un tono que bordea la parodia. No obstante, logra sobreponerse al ejército de mujeres rivales que la han despreciado por su sometimiento. La incomprensión de los hombres que la rodeaban, los que la valoraban en su justa medida o la deseaban, la mantenían protegiéndola del qué dirán, y de la envidia que generaba entre sus pares.
Hacia el
final del relato Jeanne se niega a quitarse la ropa para que un artista la
pinte desnuda. Alega que es su cuerpo, y que ese cuerpo no se vende.
Allí, en ese final, aparece un síntoma de cambio de época. La mujer comienza a
tomar sus propias decisiones.
El film
esta realizado por una mujer y la mirada del film es honestamente
feminista. Cuando Jeanne se niega a quitarse la ropa para que un
artista la pinte en desnudo, ella dice “Ese mi cuerpo”, dando a
entender que su cuerpo no se vendía.
Maïwenn consigue pintar el ambiente aquella corte en un tono que bordea la parodia. No obstante, logra sobreponerse al ejército de mujeres rivales que la han despreciado por su sometimiento. La incomprensión de los hombres que la rodeaban, los que la valoraban en su justa medida o la deseaban, la mantenían protegiéndola del qué dirán, y de la envidia que generaba entre sus pares.
Hacia el
final del relato Jeanne se niega a quitarse la ropa para que un artista la
pinte desnuda. Alega que es su cuerpo, y que ese cuerpo no se vende.
Allí, en ese final, aparece un síntoma de cambio de época. La mujer comienza a
tomar sus propias decisiones.
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