NADA
POR PERDER de Delphine Deloget
UNA MADRE ES SIEMPRE MADRE
El cine francés puede estar tranquilo. Delphine Deloget, directora de la
película que acabamos de ver, sin lugar a dudas recoloca al cine francés en una
posición de privilegio en las carteleras del mundo. Esta obra de
una debutante en el largo metraje encara una película de carácter intimista
que hace al prestigio del cine francés, es decir, un cine que se expresa
totalmente con imágenes, encarando dos temas siempre vigentes, por un
lado, la crianza de los niños de madres solteras y por otro, la intervención estatal Estado
que intenta ayudar y no siempre lo consigue, sino más bien, lo complica.
El film
no se inspira en un hecho real, sino de una ficción que retrata la vida de una
madre soltera que tiene dos hijos y a los cuales le es difícil mantener. Ella
tiene la tenencia de los niños pero necesita de la ayuda del Estado que no
siempre alcanza. Consecuencia de ello, el Estado pretende dar la tenencia de
uno de los niños a otra persona.
El film expone
un drama de tipo familiar que se transforma en una obra de suspenso. El acoso hacia la mujer permanente, tanto diario
como legal, generando por parte del Estado una persecución anormal pretendiendo
poner las cosas en su lugar donde en el fondo de la cuestión no hace más que
complicar la misma. Si algo debe estar claro en la película es que los niños
nunca vivieron con sus padres pero siempre estuvieron bajo la tutela de su
madre.
El
director utiliza un montaje rápido que genera por sí mismo tensiones que hacen
a la situación de tirantez que atraviesa la madre, como así también, aporta una
fotografía en color donde prevalecen las sombras que de esa manera generan en
el film un suspenso sostenido que mantiene al espectador firme en la butaca.
La fotografía
en blanco y negro llena de luces y sombras generando un ambiente de persecución
permanente. El exacto el manejo de las luces y las sombras caracteriza a los
protagonistas del relato, el cual está magníficamente narrado y transforma al
film en una obra dramática compuesta en un blanco y negro que supone la
polarización entre una Madre y un Estado, transformando a ella como una víctima
de las convenciones sociales del medio en que viven.
La pareja
ya no funciona como tal desde hace mucho tiempo. Ella se ha arreglado sola, y el
distanciamiento de su ex pareja ha genera una atmosfera de tirantez permanente,
Ahora, además de todos esos problemas, el Estado pretende entrometerse
nuevamente para quitarle la tenencia de uno de los niños.
El sólido
guion del director, la exacta fotografía en blanco y negro y la extraordinaria
actuación de todo el elenco, definen a la película como una tragedia moderna.
Las convenciones sociales, pero sobretodo las exigencias de la acción social
del estado exigen un comportamiento que le impide a una familia a vivir su elección de vida en paz
El director Deloget evita el melodrama, arma su película desde la fortaleza de los sentimientos, y esencialmente trata de escapar de las convenciones sociales dando vida a un personaje inolvidable y haciendo crecer una película que no solo entretiene sino atrapa al espectador por la valentía de la propuesta, cuestionando el tejido social y defendiendo la libertad personal del individuo.
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