
"Selma", la película, refiere
a un pueblo del Estado de Alabama en los Estados Unidos, donde transcurrieron los principales hechos que narra, aquéllos producidos cuando en diciembre de 1964, Martin
L. King unió sus fuerzas con el "Comité
de Coordinación de Estudiantes No Violentos" con el propósito de participar en el Registro de Electores para
confeccionar las listas electorales. Selma
era un lugar importante para la defensa del derecho al voto de los
afroamericanos porque la mitad de sus habitantes eran negros, pero solo el 1%
de ellos estaban inscriptos.
El
domingo 7 de marzo de 1965, más conocido como "Domingo Sangriento", 600
defensores de los derechos civiles salieron de Selma para intentar llegar a
Montgomery, capital del estado, con el fin de presentar sus quejas mediante una
marcha pacífica. Los manifestantes fueron arrestados a los pocos kilómetros en el Puente Edmund
Pettus, donde la policía y una multitud hostil de piel blanca les impidió
proseguir y los reprimió violentamente, paradójicamente, permitiendo al movimiento conseguir el apoyo
de la opinión pública y el reconocimiento de la estrategia de no violencia del Dr. King.
El
movimiento buscó entonces la protección de la justicia y el juez federal Frank Johnson
Jr resolvió en favor de los manifestantes. 3200 personas volvieron a marchar de Selma hacia Montgomery el domingo 21 de marzo de 1965. Fue durante
este trayecto cuando Willie Ricks mencionó por primera vez las palabras "Black Power", refiriéndose a esa multitud de raza negra que se estaba juntando.
Al llegar al capitolio el jueves 25 de marzo, los manifestantes llegaban al
número de 25.000. Como consecuencia de ello, 5 meses después, el presidente Lyndon B. Johnson firmó
la "Voting Rights Act" mediante
la que se garantizaba el derecho al voto para los ciudadanos de raza negra sin
restricción alguna.
Ava Du Vernay, la
directora de este film, es la primera mujer de raza negra que dirige un film
nominado al Oscar. Este s su tercer largo, y aquel es un gran mérito dado que
el suyo es un muy buen trabajo. Su obra resulta madura, firme y efectiva. Narra
con dinamismo y no pierde nunca el punto de vista. Valiéndose tanto de dramatizaciones
como de registros documentales, ilustra los hechos descritos en los párrafos
anteriores con claridad y contundencia. Du Vernay no anda con vueltas. Es
directa, concisa y tiene claro cuál es el propósito que persigue su film. No pierde
tiempo en detalles de la vida privada del Dr. King. Solo menciona algunas
cuestiones personales y de pareja (su mujer activista, alguna presunta infidelidad) como
avatares necesariamente secundarios de una vida dedicada con exclusividad a la
lucha por los derechos civiles de una minoría racial en los Estados Unidos,
aunque en un pasaje conmovedor, el propio King declare que lo que él persigue
es lo que perseguimos todos: la felicidad. Pero es en esa lucha de King por los
derechos civiles a través de la "no
violencia" en la que Du Vernay concentra sus fuerzas y sale airosa en este
film, cristalino como el agua, donde tanto las posiciones políticas del lider
King como las de sus grupos aliados y opositores, y sobre todo, la del entonces
reaccionario gobierno de los Estados Unidos liderados por el Presidente Lyndon
B. Johnson quedan muy claros. Es también muy interesante que esa posición de no
violencia lleva necesariamente a unos y a otros a una mesa de negociación
permanente. Martin Luther King parece tener línea telefónica abierta con
Washington y no hay duda que su Premio Nobel ha sido una llave que le ha
abierto muchas puertas. No obstante, está claro que Johnson representa otros
intereses. Es notable la escena en que la discusión se tensa y Johnson le dice
a King: "Doctor, usted tiene solo un problema. Yo tengo Cien". Esa escena
tal vez marque un punto de inflexión en el devenir de los hechos. Porque queda
claro que la posición de King tendrá éxito cuando su problema sea el primer
problema del Presidente. Y eso va a ocurrir cuando corra sangre negra en Selma,
Alabama y un Juez (blanco) del Estado tome parte por la causa civil.
Demás estar decir que
todos los rubros técnicos, actuación, fotografía, montaje, pasajes documentales
están a la altura de un film de primera línea. Su cinematografía no deslumbra, es
clásica, lineal, pero es contundente e interesante. Muchísimo mejor que
"12 Años de Esclavitud", que ganó el Oscar el año pasado (crónica
disponible en este blog), y a la altura del "Lincoln", ese, por
ahora, estupendo último film de Steven Spielberg.