viernes, 20 de febrero de 2015

50 SOMBRAS DE GREY de Sam Taylor Johnson




INSIPIDA, INCOLORA, INODORA, INDOLORA


Es muy difícil de evaluar esta película como hecho cinematográfico. Proveniente de un best seller literario que batió records de ventas y generó dos sagas transformándose en trilogía, llega, ahora, al cine. Si comparamos ambos medios de expresión, la literatura tiene una ventaja sobre el cine: permite el desarrollo de la imaginación y la fantasía. Este último aspecto entiendo que es el que transformó en éxito editorial al libro. El cine, en cambio, se limita a lo que muestra. La imaginación queda cerrada al espectador para que el mismo disfrute de un espectáculo que es básicamente imagen y sonido. Por eso, cuando a uno le gusta un libro que después es llevado al cine, la película no le gusta. Esto es  porque cada uno, mientras lee, imagina y construye su propia película.


Dado que no había leído ninguno de los libros de la trilogía de Grey, fui al cine atrapado por el gancho publicitario y la curiosidad del éxito. La película me defraudó. No es mala, es muy mala. Y lo peor, me resultó aburrida. No existe como película romántica, tampoco es un "porno", ni siquiera se acerca al "porno soft",  insinúa caminar por el andamio del sadismo, pero no se decide por ningún género, ni siquiera por el suspenso, mucho menos por el policial. Es un híbrido vacío de contenido. Me resulta inevitable la búsqueda de comparaciones. En 1967, Luis Buñuel estrenaba en Francia "Belle de Jour", un retrato de una mujer de la alta sociedad que se prostituía de día. Una película verdaderamente provocativa que mostraba la capacidad de perversión sexual del ser humano. En 1972, Bernardo Bertolucci presentaba su "Ultimo Tango en París", escandalizando a la censura argentina de aquel entonces, pero dejándonos una verdadera obra maestra. Porque Ultimo Tango no era solamente el pan de manteca. Ultimo Tango era la desesperación, el dolor y la incomprensión de Paul (Marlon Brando), al que se le había suicidado su mujer. Y trataba de llenar ese vacío, el del suicidio, a través de sus relaciones sexuales con una joven 20 años menor que él. La vida misma. Una película visceral. Un estudio psicológico verdaderamente profundo. En 1978, Jill Clayborugh se liberaba sexualmente al ser abandonada por su marido en "Una Mujer Descasada", encontrándose a si misma después de varios años de matrimonio. Estábamos en la época del amor libre. En 1987, aparece el ingles Stephen Frears realizando "Prick Up Your Ears", una película sobre la homosexualidad del dramaturgo Joe Orton que nos dejaba perplejos  y angustiados en una época donde ser gay todavía era mal visto.  El gran destape todavía no había comenzado. En 1999, Sergi Lopez y Natalie Baye se revolcaban clandestinamente en un cama de hotel, lejos de sus consortes, y sin explicar porqué aunque quedaba clara su infelicidad matrimonial. La película era "Una Relación Privada", dirigidos por Frederic Fontaine, asustando otra vez a los censores. Aqui, en Buenos Aires, la llevaron al teatro Grandinetti con  Cecilia Roth. Ejemplos sobran. Y podría continuar la lista. Incluso con una comedia argentina, "Dos Más Dos",  bastante cómica, con Suar, Minujin, Peterson y Julieta  Díaz donde intercambiaban parejas emulando a la famosa "Bob, Alice,Ted and Carol (1969) de Paul Mazursky. Todas estas películas, no solamente fueron más lejos en materia sexual, sino que nos hicieron reflexionar sobre el sexo adentro de un cine. Ver "50 Sombras de Grey" al lado de las mencionadas es como ver "Caperucita Roja y el Lobo".

"50 Sombras de Grey"  es solo un producto hecho para vender entradas. No funciona como película. Carece de trama. Es una sucesión de escenas previsibles y sofisticada reflejadas con exactos encuadres, buen gusto en los decorados, y una linda música de fondo.  Pero detrás de todo eso, no hay nada. Un desierto. Sólo dos jóvenes que solo  tienen un pasado. Anastasia Steele, una joven bonita estudiante de Literatura Inglesa y Christian Grey, otro joven heredero de una gran empresa que ni siquiera sabemos qué hace. De allí en más, nada. La psicología de los personajes brilla por su ausencia. Sus acciones no se explican ni por sus movimientos, ni por sus palabras ni por sus silencios. Sólo son producto de una mano invisible que los lleva, los junta y los trae. Son una serie de encuentros donde durante la mayor parte de los mismos, Grey pretende que ella le firme un contrato de relacionamiento sexual.  Ella no lo firma, y en consecuencia, la trama se reduce al juego de quien se impone a quien, cosa que no va más allá de dos jóvenes queriendo irse cuanto antes a la cama, pero con intenciones diferentes. Ella no deja de ser la típica inglesita romántica. Y él, el joven duro americano al que le gustan los juegos rudos. Fin de la película. Eso si, no hay portazo. Todo sugiere que en "50 Sombras de Grey - Parte 2", volverán a la franela. Ah! Me olvidaba. Para que la pavada suene peor todavía, ella era virgen, y obviamente conoce "el amor" con Grey. Mas convencionalismo, imposible!!!

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