SOBRE PATOTAS Y OTROS DEMONIOS
L
Protagonizada
por Dolores Fonzi y Oscar Martinez, la nueva versión de La Patota no resiste
más allá de la excelente primera escena del film. Es que en esa escena se
plantea un sinfín de cuestiones sociales, incluso temas generacionales, entre una hija abogada
graduada con honores en la Universidad de Buenos Aires y un padre, abogado
también, que ha llegado a ser juez en la Provincia de Misiones. Es el retorno
de esta muchacha a su pueblo que vuelve para contarle a su padre que ha
decidido dejar una Maestría en Derecho para dedicarse a un proyecto de
Asistencia Social Educativa en el interior de su provincia que, entiende, es la
única forma que ve para poder cambiar la injusticia social en que se vive en
dicho lugar. Obviamente el Padre, ante tal proyecto, lo primero que observa es el
desmoronamiento de su propio sueño clase media, el de "mi hijo, el
doctor", pero también sacude toda la
estructura de su pensamiento, aquel cuyo convencimiento está en que el cambio
se produce de arriba hacia abajo como consecuencia y funcionamiento de un orden
político, legislativo y judicial que se encolumna en torno a los derechos básicos del individuo
heredado de los principios de la Revolución Francesa de Igualdad, Libertad y
Fraternidad. En consecuencia la discusión entre padre e hija deriva a un
cuestionamiento de tipo generacional que pone al Juez no solo frente a la cruda
realidad de un estado social calamitoso, sino que casi logra convencerlo para
que le dé su apoyo a su proyecto. Esa discusión es lo mejor de la película, que
de allí en más, comienza a desbarrancarse sin poder salir de la obviedad.
Lo primero
que cuesta entender es porqué Santiago Mitre adaptó el buen guión original que
escribió Eduardo Borrás a fines de los 50 y que finalmente rodó Daniel Tinayre en
1960 con el protagónico de Mirta Legrand, y que con el tiempo se fuera
transformando en una de las mejores películas
de la historia del cine argentino y de
la famosa década de 60 en particular.
Si bien
ambas "Patotas" tienen en común un hilo argumental y un tema
principal importante que es "el sentimiento de culpa", los que las
hace completamente diferentes es el lugar donde transcurre la historia y sobre todo,
el tipo de culpa que trata.
En La
Patota original, la acción transcurría en la Capital Federal y en un barrio de conurbano bonaerense. Hasta allí
llegaba Paulina Vidal Ugarte, una joven de clase media acomodada, católica
practicante, recién graduada en Filosofía y Letras, a dar clases de Literatura
un grupo de alumnos de una escuela secundaria. Una noche, Paulina sale de
Colegio, camina unas cuadras hacia la estación de trenes, y es violada al pasar
por un galpón por una patota, al ser confundida con una prostituta del lugar.
Lo que
sigue después es un sordo enfrentamiento entre padre e hija, dado que Paulina ,
de fuerte convicción católica, decide volver a su colegio para continuar dando
sus clases. Allí comienza a generar el respeto de sus alumnos. Y al tomar una prueba,
uno de sus alumnos, escribe su confesión como partícipe del hecho. De allí en
más, el film continuará con un discurso que cierra perfectamente el circulo de
"pecado, culpa, arrepentimiento, confesión, y perdón".
Dos notas
adicionales sobre aquel primer film. 1. Consagra a Mirta Legrand como actriz
dramática. 2. Daniel Tinayre se muestra como el gran director que fue, en la plenitud
de sus facultades narrativas, con una gran fluidez cinematográfica, con mucha
influencia de la novelle vague y con una
estupenda utilización del flash back como recurso narrativo.
En la nueva Patota, Santiago Mitre
sigue su discurso como puede, con mucha dificultad y poca claridad, confundido.
Utiliza, con menos
fluidez narrativa, el flash back, y la película se lee con una mayor linealidad
que paradojamente no la lleva a una mayor claridad expositiva. La violación de
Paulina transcurre en primer plano, y la confusión sobre el sujeto violado no
parece tal porque en la nueva patota ya no hay homogeneidad social. Cercana a
la triple frontera, los alumnos que concurren a la escuela rural ya no parecen
misioneros, mucho menos argentinos, sino
los habitantes de una babel fronteriza. Desde la llegada misma de Paulina a la
escuela, la hostilidad hacia ella será intensa
y el primitivismo de los personajes incluso hace pensar que la violación
no solo es posible sino también que es un
acto de castigo social dentro de un marco de referencia al que no le es
absolutamente ajeno.
Cuando
alguien delata a los agresores frente a Paulina, Paulina no acudirá al perdón
para la propia liberación de su pena sino que sentirá culpa, como si se hiciera
cargo de una culpabilidad social que provoca ese estado de injusticia social en
medio de la selva misionera. Es la misma culpa de la que habla y quiere hace
sentir a su padre al comienzo de la
película. Solo que acá ya no habrá arrepentimiento ni perdón. Quedará la propia
soledad de Paulina en un ámbito que le es hostil, y que siempre le será así dado
que no es su ámbito natural. Paulina no es más que una pretenciosa joven de
clase media que quiere imponer su "progresismo" en un medio diferente
al suyo. En el fondo, Paulina es una
colonizadora, una especie de conquistadora civil, alguien que en nombre de la
injusticia social quiere cambiar un estado de las cosas que le es ajeno y
transformarlo sin pedir permiso a nadie, y en consecuencia, encuentra
resistencias. Acaso tenemos el derecho de obrar en nombre de una supuesta
civilización frente a otras culturas de vida?
Santiago
Mitre ganó fama como guionista y realizador en los circuitos marginales de
distribución con una película realmente extraordinaria que se llamó "El
Estudiante" hace 4 años atrás. En ella contaba la historia de un muchacho
que venía del interior a estudiar en Buenos Aires y por 3ra vez comenzaba una
carrera universitaria. Esta vez se metía en Filosofía y Letras y se convertía
en un activista político laburando en el Centro de Estudiantes. En aquella
película, la metamorfosis y adaptación del personaje era fenomenal. El medio
era distinto y el personaje era el que quería su propio cambio. En La Patota,
esa premisa no le cabe a Paulina. Le es ajena por completo. El medio le es
hostil y nunca podrá ser su medio. Transformar un medio que nos es hostil
difícilmente se logre por el camino de la persuasión y la politica sino más
bien por el de la conquista. En ello radica el mayor error de Mitre y de la
nueva Patota.
Correcta en
las actuaciones y sobre todo en los rubros técnicos, el problema de La Patota no es solo el de la adaptación de su guión. El
problema principal pasa por el tono acusatorio de Paulina, que no solo parece
dirigido a su padre sino a la platea toda. Ella, con su falso progresismo no parece
darse cuenta que la igualdad es tan solo un derecho fundamental cuyo ejercicio
es posible con tal solo respetar la ley que lo contiene.
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