martes, 5 de enero de 2016

EL CORAZON DEL MAR de Ron Howard

PASADA POR AGUA




Ron Howard es un director que ganó el Oscar por una película mediocre como "Una Mente Brillante" y John Huston fue un director brillante que nunca se alzó con el Oscar peses a haber realizado varias películas que figuran en la historia grande del cine. Pero Ron y John tienen algo en común. En algún momento de sus vidas, Moby Dick, el libro de Heman Melville pasó por sus manos y ambos decidieron que ese material podría ser transformado en un hecho fílmico.

Obviamente, la lectura que ambos hicieron del libro fue diferente. Al menos, así lo expresan sus películas. Huston llamó a Ray Bradbury para su adaptación y colaboró con él en el guión final. El resultado fue uno de los films más importantes de Huston, y tal vez, de cine americano. El film resultó una búsqueda casi religiosa del sentido de la vida. El Capitán Ahab perseguirá hasta el infinito a esa ballena que lo dejo rengo volviéndose una obsesión y ante la imposibilidad de matarla se atará a ella tal como si entregara su destino a un ser superior.

Howard realiza una versión cuasi literaria. Llama a Charles Leavitt, un escritor no muy conocido que antes había escrito "Diamantes de Sangre" con Leonardo Di Caprio, que encara el guión por el lado de "escritor busca historia de un marinero que ha vivido una experiencia extraordinaria". Ron no se mete en el guión, cosa que es habitual en él, dado que no hace cine de autor sino que es un director de grandes espectáculos, algunas veces con éxito artístico (Apollo 13, Rescate, Frost vs, Nixon, Rush) y otras veces solamente con éxito de taquilla como "Un Horizonte Lejano" ó la dupla del "Código Da Vinci".

Su versión de Moby Dick, "El corazón del Mar" se inscribe en esta última línea: el gran espectáculo. Pero una cosa es lo que pretende hacer Howard y otra son, lamentablemente, los resultados obtenidos. Su film parece un licuado, tal vez demasiado pasado por agua. Nadie pone en duda que Howard sabe filmar. Pero aquí las cosas no le salen como él seguramente ha pensado. Observó que la historia que estaba narrando podía ser apta para todo público, fue entonces cuando perdió la brújula del relato. Hizo prevalecer la acción y las bellas imágenes sobre el contenido y la significancia de la historia. Consecuencia de ello, la película se desdibuja. Los personajes pierden consistencia dramática, el Capitán Ahab ni aparece, y el héroe, Owen Chase (Chris Hemsworth), un marino de mucha experiencia a quien la compañía naviera le niega ser Capitán por una cuestión de clase social, milagrosamente sobrevirá a un naufragio en el Pacifico Sur junto a 5 marineros que, básicamente, terminarán en la antropofagia después de pasar casi 100 días a la deriva. Una verdad vergonzante, a la que a decir verdad, Howard narra con equilibrio y sin caer en efectismos.

De todas maneras poco. Muy poco para lo que Howard se propuso, y mucho menos a partir del antecedente hustoniano que daba lugar al desafío y a la superación. Muchas veces nos preguntamos: "Para qué una remake de un clásico?". Pero en verdad, todos tenemos un punto de vista que no necesariamente debe ser coincidente con el de los demás. Y a su vez está la faz técnica, nuevas cámaras, el 3D, nuevas formas de montar y de narrar. Las maneras de contar una historia se han multiplicado.

No obstante estas observaciones, este desafío, la película es vistosa, por momentos entretenida, por momentos tediosa. Su irregularidad es su peor enemiga. A Ron Howard le cuesta una enormidad realizar este film de gran espectáculo que inexorablemente tiende al intimismo. Sólo grandes maestros lo han logrado. David Lean, particularmente en "Puente sobre el Río Kwai" y "Lawrence de Arabia". Pero Howard en ningún momento saca provecho de la tragedia que narra, mucho menos del antropofagismo, que en la película es prácticamente tan solo un dato. Y lo peor, es que también será un dato para los protagonistas principales. Owen Chase rehacerá su vida y se transformará en un capitán exitoso como si su naufragio nunca lo hubiera llevado al mismo infierno. Pero hay una excepción. Es la de Tom Nickerson (el inglés Brendan Glesoon), el grumete ahora anciano, que cuenta la historia al joven Melville. Tom, más que nada, cuanta lo suyo como un acto de expiación, una catarsis después de toda una vida de haber estado sufriendo una culpa de difícil auto perdón. Y es aquí, en el aspecto religioso, donde Howard vuelve a encontrar a Melville y a Huston, pero ya es tarde porque el film ha terminado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario