martes, 2 de octubre de 2018

LA NÚMERO UNO de Tonie Marshall


TODO TIENE UN PRECIO


Tonie Marshall es una escritora y directora francesa de dilatada trayectoria tanto en el cine francés como en la televisión de su país. En Argentina, no obstante, no hemos tenido oportunidad de apreciar su obra salvo el estreno de La Belleza de Venus, una de sus comedias estrenada en 1999.

El estreno de La Número Uno es un acontecimiento auspicioso dado que estamos ante una película muy interesante y actual. En éste, su último film, aborda el rol de la mujer que trabaja y lo hace desde diferentes ángulos. Su personaje principal, Emmanuelle Blachey, por otra parte magníficamente interpretada por Emmanuelle Devos, es una mujer casada con un profesional independiente, madre de una niña en edad escolar, ejecutiva de un grupo de ingeniería internacional que aspira dirigir una empresa estatal.

La inteligencia de Toni Marshall es utilizar el suspenso para crear andamios que constituyen el sostén de la trama, y tratar de ir hacia la comedia costumbrista de manera de tener al espectador lo suficientemente interesado y entretenido  durante todo el film retratando un mundo de clase media acomodada en cual el mantenimiento de la posición social, el  escalamiento, y la adquisición de poder no solo dependen de las apetencias individuales sino también de grupos de interés, tales como el movimiento feminista, que por ejemplo, busca igualar la cantidad de puestos de trabajo tanto en la actividad privada, como en las empresas públicas y el propio Estado. Esta cuestión se transforma en el meollo principal en el que se envuelve el personaje central de la película tratando de mantener un equilibrio entre su vida personal y un trabajo sometido a diferentes presiones que no siempre resulta fácil de sostener.

De esta manera, el film siempre resulta interesante. Emmanuelle es la típica mujer que vive en un mundo alienado pero capaz de mantener su equilibrio personal. Busca multiplicarse para atender cada una de sus tareas más allá de sus propias aspiraciones y deberes como madre y esposa. Ella nunca pierde el equilibrio. Por las mañanas, a primera hora, ejerce su rol de madre llevando a su pequeña hija a la escuela, busca ser una esposa amante en alguno de sus momentos libres, pero sobre todo es una gran ejecutiva que pasa el día trabajando, habla varios idiomas y debe atender, en una empresa constructora, grandes proyectos que se desarrollan en cualquier parte del mundo.

La inteligencia de Toni Marshall es utilizar el suspenso para crear andamios que constituyen el sostén de la trama, y tratar de ir hacia la comedia costumbrista de manera de tener lo suficientemente atado y entretenido al espectador durante toda el film retratando un mundo de clase media acomodada en cual el mantenimiento de la posición social, el  escalamiento, y la adquisición de poder no solo dependen de las apetencias individuales sino también de grupos de interés, tales como el movimiento feminista, que por ejemplo, busca igualar la cantidad de puestos de trabajo tanto en la actividad privada, como en las empresas públicas y el propio Estado. Esta cuestión se transforma en el meollo principal en el que se envuelve el personaje central de la película tratando de mantener un equilibrio entre su vida personal y un trabajo sometido a diferentes presiones que no siempre resulta fácil de sostener.

En ese aspecto el film se transforma en una pintura de las sociedades modernas, las nuevas luchas por las posiciones empresariales, las mezquindades personales y el poder de los lobbies, y hasta la fragilidad en que cae la propia institución familiar ya no comandada por la figura del hombre cazador y sostén de la familia sino por una sociedad conyugal cuyos intereses, incluso, pueden ser divergentes. Para ello, la equiparación de la mujer es clave. Pero asimismo, la divergencia entre objetivos familiares y los personales de cada uno de los miembros de la pareja pueden llegar a resentir la vida en común y minar la institución familiar como célula madre de la organización social.

Un film notable de la francesa Toni Marshall, muy bien escrito, con una trama atrapante, muy bien actuado por la siempre eficiente Devos que se mete absolutamente en la piel de esa ejecutiva que juega a dos puntas sin perder nunca el equilibrio pero sabiendo que a la postre algún precio tendrá que pagar. Los aspectos técnicos del film guardan relación con el conjunto que presenta la directora.

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