Jay Roach es un productor y director con una larga
trayectoria en la televisión. En 2015 había despertado el interés de la audiencia
cinematográfica escribiendo y dirigiendo un estupendo guión sobre la vida de Dalton
Trumbo. Ahora vuelve a como director de Escándalo, basado en un guión de
Charles Randolph, que con mejor fortuna había guionado La Gran Apuesta (The Big
Short, 2015), también basada en hechos reales.
Escándalo se basa en los sucesos que tuvieron lugar en la
ciudad de Nueva York en 2017 que determinaron el despido de Roger Ailes, el CEO
de Fox News, el noticioso de mayor audiencia en los Estados Unidos. Ailes fue
acusado de acoso sexual por parte de una de sus presentadoras estrellas en el
noticioso del Prime Time, el horario central nocturno donde el encendido de
televisores alcanza su pico diario.
El episodio cobra rápida repercusión pública, las
acusaciones se multiplican y Roger Ailes (magníficamente interpretado por John
Lithgow) se ve acorralado. Para facilitar la resolución del escándalo renuncia
a sus funciones en la Fox negociando su rápida salida por una suma varias veces
millonaria y es reemplazado por el propio dueño de la emisora, Rupert Murdoch
(Malcolm Mc Dowell).
El film muestra el desarrollo de un gran escándalo
originado por un flagelo de nuestra época. No obstante ello, lo hace de manera poco
original, más precisamente, superficial utilizando una forma vertiginosa de
relato, más propia de la televisión que del cine. Toda la película es un
vendaval informativo contado a pura velocidad al mejor estilo televisivo, donde
no se analizan causas ni hechos en profundidad. Por momentos, la película se
vuelve confusa.
La cuestión tratada gira en torno del deseo de conseguir un
puesto de trabajo, nada menos que el de la locutora estrella de la presentación
del noticioso central. Para ello se presentan varias aspirantes, todas ellas
bellas y desenvueltas. Nunca queda claro cuáles son las reglas de selección. No
obstante ello, puede inferirse que en igualdad de calificaciones, la elegida será
la más bonita, la más fotogénica y simpática. No hay duda que la capacidad de
seducción también cuenta. Pero no solo habrá que seducir a la audiencia, sino
también al CEO de la compañía. Esto transforma a la elegida en la estrella del
noticioso central, alguien que además, pasa a ganar muy buen dinero, y que es
capaz de colocar la señal en el top, de tal manera que pueda mantenerse en el
tiempo como el de mayor encendido del horario nocturno.
El problema de Fox no se circunscribe a una simple cuestión
de carácter operativo sino que el noticioso es cooptado por un problema de
corrupción. Esto no solo implicaba encontrar la imagen femenina de un noticioso
sino también una mujer capaz de satisfacer las ambiciones amorosas y sexuales del
CEO de la compañía. Los intereses y las ambiciones personales van mucho más
lejos que el ocasionado por un problema operativo.
De la necesidad de agradar al jefe a mantener un affaire
con él hay un solo paso. Evidentemente, esto no implica el mantenimiento de una
relación amorosa. Más bien estas relaciones presentan un propósito puramente
mercantilista. De un lado, alguien ofrece su cuerpo a cambio de un puesto de
trabajo. Del otro, un poderoso que satisface deseos sexuales pagando un muy
buen sueldo por dicho puesto.
Con las actuaciones estelares de Charlize Theron (Megyn
Kelly), Nicole Kidman (Gretchen Carson), Margot Robbie (Kayla Pospisil), Andy
Mc Dowell como el millonario de medios Rupert Murdoch y John Lithgow como Roger
Ailes el film resulta entretenido aunque un tanto convencional, refuerza la
idea del ideario americano de que el dinero todo lo puede, y que los poderosos
no son fáciles de vencer.
La película no pretende constituirse en un hecho documental
ni en un alegato moralista. Tampoco un aporte más al movimiento feminista del
Me Too. Se impone como un relato de hechos reales cuyo objetivo principal, como
el de todo el cine americano, es el de entretener en base a un hecho que
conmovió recientemente a la audiencia televisiva y opinión pública de los
Estados Unidos.
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