CINE VERDAD
Ladj Ly es un joven director cinematográfico nacido en la Republica
de Malí, al sur de Argelia en África, cuyos padres emigraron a Francia cuando
él tenía 8 años. Se establecieron en los suburbios de Paris, donde formaron
parte de una comunidad en la que prevalecía la religión musulmana. No obstante,
el proceso de adaptación no fue ni será fácil. Lengua diferente, tez oscura,
vida nómade, falta de recursos, añoranzas son factores condicionantes más allá
de las garantías civiles. Un lugar donde, además, la violencia y la
marginalidad es un hecho corriente.
En 2009, el joven Ladj Ly fue arrestado y condenado por la
justicia francesa a 3 años de prisión por complicidad en un caso de secuestro,
cumpliendo su pena en forma correspondiente, Su prontuario también registra
otros antecedentes policiales con dos veredictos por delitos menores, uno de
ellos en 2011, por filmar un caso de violencia policial al que le agregó sonido
con comentarios provocativos, que más tarde publicó en Internet.
Este último caso inspirará y dará lugar a Los Miserables. Ni
su título ni la leyenda final son una casualidad. El propio Ladj Ly comenta; “Durante
cinco años filmé escenas en mi vecindario. Filmamos a la policía, en lugares donde
sucedieron muchas cosas raras. Más tarde hice un video de ello. Ahora filmé
esta película.
Con aquel tono documentalista, y un fuerte sentido del cine
verdad, debuta en el largometraje filmando “Los Miserables”, una obra maestra
del docuficcion. Ladj Ly recrea aquellos sucesos con una fuerza arrolladora, logrando
hacer un cine que respira verdad a lo largo de todo su metraje, y que termina alzándose
más que con una denuncia contundente, con un alegato en favor de aquellas minorías
que por su condición de raza, lengua y religión, son condenadas a vivir
miserablemente en barrios marginales, semi controlados por los punteros cuasi políticos
de similar identidad, además de la fuerte y permanente presencia de la policía francesa.
Estilísticamente, el film abreva en el documental adquiriendo
la forma de un docudrama en el que una situación mínima dispara un serio conflicto
entre adolescentes del barrio. La intervención policial generará un escándalo de
proporciones mayúsculas. El carácter documentalista
con que filma Ladj Ly, además de la reconstrucción minuciosa de los hechos, muestra
una verdad incuestionable: la existencia de prejuicios religiosos y raciales que
terminan socavando el derecho y la integridad de los extranjeros. Los más jóvenes
serán los más afectados.
El cine verdad de Ladj Ly muestra con sutileza primeros
planos, hace añicos el montaje fraccionando la película, la cámara se mueve constantemente
dándole velocidad a la narración. Con ello obliga al espectador a meterse, prácticamente,
en la película misma. Las imágenes que logra son de una fuerza demoledora que
uno siente que está allí mismo, donde reina la violencia, el dolor, y el
desprecio por la vida, construyendo un fresco donde no acusa ni juzga, solo
muestra para que el espectador, en total libertad, saque sus propias
conclusiones.
Los Miserables toca la sensibilidad del espectador haciendo
recordar otros momentos de obras maestras del cine tales como el final desesperante
de Roma Ciudad Abierta (1945) de Roberto Rosselini, o más recientemente, una obra
post neorrealista de Ettore Scola que muestra la miseria palpable de un asentamiento
romano en Brutos, Feos y Malos (1976), o últimamente, el desprecio por la vida
en los campos de concentración que registra El Hijo de Saúl (2016), del húngaro
Lászlo Nemes. Todas ellas películas físicas, que se sienten con el cuerpo más
allá del intelecto.
En el final, pantalla en negro, aparece un cartel que da
total significado al título de la película y sobre todo, a lo visto: “Amigos
míos, retened ésto: No hay hierbas malas ni hombres malos. No hay más que malos
cultivos”, frase escrita por Victor Hugo en su obra Los Miserables.
Está claro que el film ha
terminado y comienzan a caer los créditos finales. Lo cierto es que estamos
noqueados, sin reacción nos cuesta levantarnos de la butaca. El film de Ladj Ly
es demoledor. Rompe con todos los prejuicios. Es un tremendo llamado de
atención no solo a las autoridades que indudablemente tienen que resolver un
problema urgente sino también a los espectadores, quienes deberían tomar conciencia
de qué manera son parte de ello.
Tanto Los Miserables como
Parasito son las dos películas que más premios ganaron durante el 2019. Ambas
tienen en común una mirada social profunda que alerta sobre problemas actuales,
latentes y dolorosos a los que la política no les está encontrando solución. Por
otra parte, no hay forma de permanecer
indiferente frente a la película del malí radicado en Francia. Este problema no
es solo francés. Lo estamos viviendo.
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