GRANDES DIRECTORES DE LOS ´60
“Hacer una película es horrible, pero
haberla hecho es delicioso”. Sergio Leone
Hijo de un director de cine y una actriz, Leone comenzó de
muy joven a trabajar y aprender el oficio como asistente de dirección. A fines
de la década del ‘50 escribía guiones y se iniciaba en la dirección
cinematográfica reemplazando por enfermedad al director de Los Últimos Días de
Pompeya en 1959. Un año más tarde filmaría su primera película, El Coloso de
Rodas (1961), un film histórico que transcurría en la antigua Grecia. Su
segundo largometraje sería Por Un Puñado de Dólares (1964), que se transformó
en un éxito de carácter mundial pero también le trajo inconvenientes legales
dado que el propio Akira Kurosawa lo acusó de plagio y le ganó un juicio que le
costó una fortuna. Por Un Puñado de Dólares (1964) era una versión libre del film
japonés Yojimbo (1961). Para captar audiencia y abrir mercado, tanto el reparto
como elenco técnico trabajaron bajo pseudónimos anglosajones. Ese film fue el
primero de los seis que conforman sus dos trilogías.
Sus dos secuelas, Por Unos Dólares Más (1965) y El Bueno,
el Malo y el Feo (1966), fueron filmadas con presupuestos mucho más altos y
tuvieron aún más éxito, y se las conoce como “La Trilogía del Dólar”. No
obstante, su considerada obra maestra, Érase Una Vez en el Oeste (1968), fue
mutilada por la Paramount y fracasó en la taquilla estadounidense. Más tarde, dirigió
Erase Una Vez la Revolución (1971), que tuvo un éxito relativo para luego
alcanzar su proyecto más personal, Érase Una Vez en América (1984), que fue
todo un éxito en el mundo. Sergio Leone dirigió solo siete películas a lo
largo de su vida. Murió en 1989 después de preparar una
coproducción con la Unión Soviética.
Con sus dos
trilogías, Leone se transformó en un renovador del western clásico, hasta allí,
patrimonio exclusivo del cine americano. A pesar del plagio de Yojimbo, la
estructura del western ya estaba presente en la película de Kurosawa. Leone le
da una nueva forma al relato, focalizándolo del lado de los malos, dándole su
propio matiz y una impronta que lo elevó al altar del cine de autor con su
peculiar visión del género. Filmó y creó un nuevo subgénero: el spaghetti wéstern,
convirtiéndolo en un género en sí mismo. El oeste
se volvió más oscuro y más duro. Los personajes pierden sus principios y su
moral. Matan a sangre fría y se alejan de la representación del héroe clásico.
Sus
siete películas lo colocaron en la historia grande del cine. Creó una visión
alternativa, y desprejuiciada en las formas, con cambios sustanciales en el
punto de vista y el tratamiento de los héroes. Un cine diferente al de
Hollywood, donde más que los héroes, sobresalían los antihéroes. Un cine muy
poco feminista, donde el rol de la mujer se limitaba a la prostitución, no
existía el romanticismo y la violencia era
explícita y salvaje.
El cine
de Leone se caracterizaba además por un estilo donde se destacaban los primeros
planos, los ojos de los protagonista jugaban un rol fundamental como remarcando
la esencia del cine, un espectáculo visual acompañado de largos silencios
seguidos de estallidos violentos y diálogos cortos y precisos. Por otro lado,
el cine moderno no era solo imagen. Leone llenó las pantallas de silencios
significativos que eran más
importantes que los diálogos, de primeros planos de rostros expresivos que no
necesitan palabras, miradas, gestos y expresiones que constituían la conversación
más compleja y profunda de un guion bien construido. A eso cabe agregar los
planos generales de contextualización que informan de los lugares y las
acciones en las que suceden, como por ejemplo: el puente sobre el río que separa a los soldados del Sur y del
Norte en El Bueno, el Malo y el Feo, la
plaza circular del duelo final o los paisajes atravesados a caballo en Por Un Puñado de Dólares. Por otro lado, Ennio Morricone
con su música, remarcaba atmosferas y momentos claves de la película.
Su éxito
de taquilla fue dispar. No todas las plateas estaban preparados para un cine
que rompía con los moldes prestablecidos, máxime cuando se trataba de la
ruptura de las formas clásicas del cine, aquel que se personalizaba en las
figuras legendarias de realizadores fundacionales como John Ford y Howard
Hawks.
OBRAS DEL REALIZADOR (VER SECCIÓN COMENTARIOS)
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