UNA MIRADA SOCIAL
Más que nada, resulta una película sorprendente. Con un
gran sentido del humor, pasa revista a la mayor parte de los clichés en el que
se vive en una sociedad capitalista abrumada por el incentivo al consumo y a la
propaganda mediática.
Se trata de una película inclasificable, podríamos decir,
narrado desde un punto de vista sumamente crítico, respecto de la actual sociedad
de consumo, visto como una parodia de la realidad.
No obstante, su prolijidad narrativa avanza a paso seguro,
a alta velocidad, apoyándose en un trabajo de edición interesante, que puebla
la pantalla de iconos de una sociedad típica donde la venta de un producto se
impone claramente por sobre todos hábitos de una persona, especialmente por aquella
que disfruta de una vida que cree acomodada en la medida que alcanza un nivel
de consumo satisfactorio.
“Todo en Todas Partes” es un film diferente que oscila
entre la realidad y la ficción más pura. Una ruptura dimensional cambia una
realidad por otra. El mundo entra en una crisis terminal donde aparece “una
nueva” súper héroe, inmigrante china llamada Evelyn (Michelle Yeoh), la cual
recibe la orden de salvar al mundo.
La situación no da respiro. Estalla una guerra, hay
colapso ambiental y agitación social. La televisión muestra las imágenes del
caos. No se observa ninguna posibilidad de encontrar una solución a una
situación desesperante en el corto plazo.
Metáfora sobre el mundo actual, sorprende de entrada como un falso documental
pero termina interesando no solo por su propuesta fílmica sino por la propuesta
de discusión que propone.
Como película inclasificable que no responde a los
géneros, es una rara mezcla de humor y tragedia, drama y comedia al mismo
tiempo, que termina provocando un estado de perplejidad a la vez que una
reflexión sobre el estado de un mundo falto de comprensión y amor al prójimo.
El film resulta ciertamente original. No obstante, es
imposible dejar de lado la sensación de extrañeza que transmite, la cual es
permanente durante todo su metraje. Así y todo, su formal propuesta, su
seriedad de objetivos deja atónito al espectador desprevenido generándole una
incomodidad, invitándolo a seguir un análisis de lo visto después de acabada la
proyección.
Su humor sorprendente, nos deja pensando a la salida del
cine. Escrita y dirigida por Daniel
Kwan y Daniel Scheinert (esta es su segunda obra y no he visto la anterior), es
una película difícil de encasillar en los géneros, aunque no no es un film que
capaz de provocar una revolución de los mismos.
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