UN BOND ARRODRIGUEZADO
Ben Affleck, en una actuación muy sólida
que carga con todo el peso de la película, interpreta a un policía que es
atacado mediante el secuestro de una de sus hijas. La trama, de por si
complicada, se va desvaneciendo a medida que avanza. Con el propósito de
recuperar la niña, el policía se sumerge en un mundo de conspiraciones mientras
la película cae inexorablemente hacia la nada.
A
partir de lo narrado, aparecen otros temas: la realidad virtual, la tecnología,
la lucha del poder, la capacidad de controlar al individuo, la existencia de mundos
paralelos, lo cual conduce al film hacia un divague que termina por despistar
al espectador.
No hay duda que Rodríguez es un gran
admirador del maestro Alfred Hithcock. Por otra parte, como autor, no se priva
de nada y se da todos los gustos. En este caso, asume diferentes roles: dirige,
produce, escribe, fotografía y edita su film. No obstante, queda en deuda con
el público. Necesita ordenar el material que maneja.
Inspirado por el maestro del suspenso, el director
desarrolla un thriller de características imprevisibles. Danny Rourke, protagonizado por Ben Affleck, es
un detective que ha perdido el equilibrio emocional, afectado por la
desaparición de su hija. Trata de superar el mal momento mientras investiga una
serie de robos bancarios encontrando una pista que podría conectar ambos casos.
El film resulta una mezcla de drama con ciencia
ficción que sumerge a su protagonista en una investigación que resulta un
laberinto tornando al film confuso y de difícil seguimiento. No obstante, la
cosa se complica más cuando nuestro héroe acude a una psíquica.
Allí la película pega un giro y el
protagonista principal comienza a ser perseguido por un policía, el cual podría
poseer la clave para encontrar a la niña. Consecuencia de ello, se sumerge en
su subconsciente terminando en un estado de alteración, donde el cielo y el piso
se espejan, dando al protagonista la posibilidad de cambiar la realidad, borrar
los malos recuerdos y alterar la historia.
Se trata de una fantasía que intenta ser
real. En consecuencia, termina abrumando y perdiendo el interés que a priori
despertaba. Y su mayor desequilibrio queda en la necesidad de explicar una
historia sencilla complicada
innecesariamente.
A esta altura del relato, el film ya se ha
disparado como una luz de bengala. De todas maneras, entretiene, está bien
actuado y fotografiado, pero su transcurrir resulta confuso, sin ninguna
necesidad de serlo. Es decir, tiene fallas narrativas que podrían haber sido
subsanadas simplemente explicando mejor la presentación de los personajes
principales.
No obstante, entretiene, y
si quedan dudas sobre su final, el personaje de la “hipnótica”, se encarga de
explicitarle a Danny y a los espectadores, lo necesario para que nadie quede
con dudas al respecto.
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