miércoles, 1 de noviembre de 2023

LOS ASESINOS DE LA LUNA de Martin Scorsese

 

LO QUE EL OESTE SE LLEVÓ

En 1969, mientras se desarrollaba el Festival de  Cine de Mar del Plata, tuve por primera vez la oportunidad de ver una película que me hizo pensar que algo diferente estaba ocurriendo en el cine, fuera de los modelos clásicos. Ese cambio ocurrió, fue capaz de modificar al cine que conocíamos hasta ese momento, y transformarlo en algo diferente, en otro modelo, menos apegado a las narrativas convencionales orientado por el puro gusto de remover, investigar y re orientar la forma de contar.

La película era Easy Ryder, una “road movie”, rebautizada en Argentina como “Busco Mi Destino”, un film realizado por un joven y desconocido guionista y director llamado Dennis Hooper, acompañado por un actor que se volvería estrella: Jack Nickolson. Una nueva camada de jóvenes directores que surgió después terminó por hacer el cambio, y Hollywood no solo rejuveneció el séptimo arte, sino tal vez, lo hizo renacer.

Unos años más tarde, entre esa camada de jóvenes directores, aparecería la figura de un nuevo director que abrevaba en aquella cultura. Esa persona era Martin Scorsese, un director nacido y criado en la ciudad de Nueva York, considerada por antonomasia como una meca de la televisión, pero sobretodo, vive intensamente el arte. Este trio, de jóvenes cambiará definitivamente la forma de hacer cine, y este último nombre no solo se volvería famoso, sino también un autor de culto.

El director neoyorquino lidera un cine de autor totalmente alejado de los grandes estudios pero siempre bien relacionado con Hollywood. Es la anti estrella, y es capaz de hacer un cine único y personal, violento y preciso, cálido y frio a la vez, generando una obra que con el tiempo resulta una crónica del devenir del siglo XX.  

En Los Asesinos de la Luna, se toma tres horas y media para contar un momento de la vida de un hombre  donde la historia de la conquista del oeste americano se cruza con la vida del sobrino de un rico hacendado de Arkansas. El pasado y el presente. Antes fue la búsqueda del oro negro: el carbón. Años más tarde será la hora del oro. Tío querrá convencer a sobrino. Intentará convencerlo e interesarlo en la toma de tierras Mapuches que están pobladas y explotadas agropecuariamente por las comunidades indígenas, y pero sobretodo, sobre un colchón de oro negro: Petróleo.

El nuevo tiempo no piensa en la explotación agropecuaria, en el cultivo de la tierra, sino en lo que vendrá: el latifundio a expensas del aniquilamiento de las tribus aborígenes históricamente asentados en el lugar, y  en pos de apropiarse de tierras que más tarde, resultarían en riquísimos pozos petroleros.

La inteligencia de un guion perfecto nos lleva a la reflexión de una época, a una cruzada mercenaria carente de toda humanidad en pos del enriquecimiento a cualquier precio, donde no importan los límites morales ni sus consecuencias. La capacidad de Scorsese, su infinita inteligencia cinematográfica, nos lleva a pensar y reflexionar sobre nuestro pasado y las consecuencias del presente, transformando al film  en una propuesta inagotable a través de un guion muy bien escrito, materializado en una  puesta en escena precisa, de características cinematográficas, donde el montaje juega un rol primordial.

Los Asesinos de la Luna es todo un ejemplo de una realización eminentemente cinematográfica, aquella que se manifiesta más por sus imágenes que por sus diálogos, con una labor prodigiosa de montaje cuya precisión nos hace pensar que la magia del cine vuelve a brillar.

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