martes, 18 de febrero de 2025

UNA VIDA SOÑADA de Morgan Simon

LA MADRE Y EL HIJO ADOLESCENTE

Interpretada en los papeles centrales por una excelente  Valeria Bruni Tedeschi, en el papel de  la madre, y Félix Lefebre, como su hijo adolescente, es un fiel reflejo de un periodo de la vida en el cual los hijos comienzan a hacerse grandes y requieren vivir su propia vida.

Las discusiones entre madre e hijo se vuelven insufribles e interminables. Cualquier  cosa deriva en un conflicto de carácter familiar, incluso con capacidad de expansión.

Bruni Tedeschi sobresale  en su creación una  mujer soletera, madre de un hijo quinceañero,  que ha llegado a los 52 años de edad y está de vuelta en la vida. Vive sola en un edificio  que pertenece al ejido municipal, no tiene trabajo un trabajo estable y está muy sola en la vida, carente de cualquier tipo de relación, ya sea de amistad como de amor. Es una mujer que se priva de todo, y todo le cuesta mucho, especialmente, lidiar con un hijo adolescente que si bien no es un mal chico, es un muchacho en plena rebeldía. Ella ha sobrepasado los 50 años y ha comenzado a envejecer. Eso se refleja más en frente de su hijo que de su espejo.

Su hijo, interpretado  por Feliz Lefebre, está en una edad difícil donde demanda ser él mismo. Necesita más libertad que tutela. Casi no soporta a su madre. Está en ese periodo de rebeldía en el que necesita encontrarse a sí mismo lejos de las reglas maternales, Está en una edad en la cual ¨quiere encontrarse y ser él mismo”.

Morgan Simon dirige esta película con pericia y sin fisuras. Es consciente que maneja un material de características universales. La relación madre / hijo así lo es. Su obra es sencilla y honesta. No describe otra cosa que un periodo de la vida familiar donde los hijos pretenden querer comenzar a manejar sus propias vidas, tomar algunas decisiones e ir desprendiéndose de a poco de la tutela de sus padres.

El film describe un momento de la vida contemporánea donde miles de personas se encuentran en un estado de soledad donde falta trabajo, no hay amistades ni amores, donde su hijo reclama a su madre una libertad que ella misma no tiene.

Gran película de Morgan Simon, un director cuya obra aun es desconocida en los cines argentinos. Obviamente, esta no es su opera prima, ni es un director principiante. De hecho, la película comentada, recientemente estrenada, es una obra tanto de madurez como de libertad personal. Su cine es concreto, va al grano y no se regodea en preciosismos visuales. Por el contrario, narra en forma directa, sin preciosismos, logrando llegar a su objetivo con recursos naturalmente cinematográficos y actorales.

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