TOO MUCH…
Agosto es
la adaptación cinematográfica de la obra teatral del mismo nombre, cuyo autor,
Tracy Letts estrenó en 2007 y que muchos habrán tenido la oportunidad de verla
en la versión que en Buenos Aires encabezaron Norma Aleandro y Mercedes Morán.
Como obra
teatral, su adaptación al cine plantea todo un desafío. En primer lugar, el
espacio escénico debe ser ampliado y aireado. Esta adaptación lo consigue. La
cámara sale de la casa, epicentro de todo el conflicto, y se pasea por los
campos de Oklahoma, en el corazón más profundo de la planicie americana, en
medio del calor estival de un agosto insoportable. Esto benficia a la trama. Explica
mejor a los personajes, no solo porque ayuda a localizarlos, sino también porque
explica su sofocación y los identifica. De esta manera, su identidad es
inconfundiblemente única, su ser es eminentemente americano. Acá no estamos en medio
de Nueva York, ni Chicago ni San Francisco o los Ángeles, ciudades populosas y
cosmopolitas. Acá estamos en medio del campo americano, en plena pampa gringa,
donde emerge el verdadero ser del americano medio.
En
segundo lugar, si bien hay un par de roles protagónicos, la obra tiene
características corales. La importancia de un elenco homogéneo es esencial, y
esta versión de "Agosto" cuenta con ello. Meryl Streep y Julia Robert
sólo encabezan un elenco brillante, en cual nadie desentona. Meryl está
notable, como de costumbre, aunque por momentos, algo sobreactuada. Julia
Roberts, con un rol introspectivo, hace el mejor papel dramático de su carrera.
Y Margo Martindale, en el papel de la hermana de la Streep, se roba la
película.
Más allá
de dichos logros, la película comienza con una hermosa cita de T. S. Elliot(*),
que desentraña y determina la desaparición del padre de la familia. Lo demás,
será una enorme catarsis. Durante 2 horas, se destaparán ollas de todo tipo y
tamaño. Algunas, innecesariamente grandes. La película se transforma en un
verdadero rollercoaster de emociones. Y el retrato de dos generaciones signadas
por el fracaso comienza a aparecer tímidamente como un borrador que está detrás
de toda la cáscara lujosa de la puesta en escena de la catarsis mencionada.
Y este
borrador es lo que más me interesa. Porque aquí, otra vez, y más allá de los
conflictos familiares, se está hablando de la "pérdida del sueño
americano". Parece un tema recurrente en el último cine estadounidense. O
tal vez, una idea fija de mi parte. Pero sucede que los personajes centrales de
"Agosto" son hijos de granjeros que han sufrido la "Gran
Depresion", a los cuales les ha costado ganar el dolar. Por lo
tanto, los personajes centrales, Violeta (Streep) y su marido, pertenecen a la
generación posterior. Ellos han sido hippies que han honrado el lema de
"paz, amor y rock and roll", conservan el habito de tomar alcohol,
fumar hierba y empastillarse, y de adultos, han luchado por la idea de "la
realización personal". Ello los ha vuelto conservadores. Mantener el campo
y la casa, ahorrar un dolar y poder enviar a sus hijos a la universidad,
para que estudiaran y fueran "alguien" más que ellos han sido sus
objetivos de vida. Pero el resultado obtenido es que la tercera generación, sus
hijos, han fracasado y son "nadie". Todos han perdido el rumbo. Vagan
perdidos por la vida sin entender demasiado lo que les pasa. Les desvela más la
presunta herencia que la irremediable pérdida. En este Agosto, y ante la
desaparición del padre, todos los resentimientos saldrán a la luz.
"Agosto"
ante todo expresa la fragilidad y la ruptura de la institución familiar. Y eso,
todo junto, y de una sola vez, es "lo demasiado" que pretende
expresar mi título. La película es buena. Puede verse. Pero no olviden ajustar
su "cinturón emocional".
PD 1. Yo hubiera puesto la palabra fin justo una escena antes, con Meryl Streep y la mucama india, solas sobre la escalera del altillo.
PD2. (*)
La Cita de T. S Elliot: "Entre la concepción, y la creación. Entre la emoción,
y la respuesta. Cae la sombra. La
vida es muy larga.
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