jueves, 27 de febrero de 2014

LA GRANDE BELLEZA de Paolo Sorrentino

LA DOLCE VITA DE LOS COMIENZOS DE SIGLO XXI


"Termina siempre así, con la muerte. Pero antes, hubo vida, escondida debajo del bla, bla, bla,… Todo sedimentado bajo los murmullos y el ruido. El silencio y el sentimiento, la emoción y el miedo. Los demacrados, caprichosos destellos de belleza. Y luego la desgraciada miseria y el hombre miserable."

Siempre me apasionó el cine italiano. Primero, durante mi adolescencia fue descubrir a Visconti, luego Fellini, más tarde, Antonioni y Moniccelli, y algo más tarde, y en pleno revisionismo, el neorrealismo. Nunca es demasiado tarde. El neorrealismo era una fuente creativa y conceptual inagotable, y esa fue la cuna de los más grandes cineastas de la segunda mitad del siglo XX, incluso de algunos americannos, particularmente, de la escuela de Nueva York. Hoy, Paolo Sorrentino, con "La Gran Belleza" renueva aquellos laureles, haciendo no solo una gran película, absolutamente personal, sino también, un homenaje al mejor Fellini, uno de aquellos mentores.

Federico Fellini atravesó todas las etapas del gran cine italiano. Proveniente de las artes gráficas, comenzó a hacer cine en los ´50. En esa década nos dejó una joya indudablemente neorrealista que denominó "La Strada". Pero recién a principios de los ´60, realizó sus dos obras capitales: "La Dolce Vita" y "8 y 1/2", obras representativa de sus propias crisis personales, a la vez que fuertemente criticas de la realidad de su tiempo, de las cuales  emerge un nuevo y verdadero Fellini, aquel que da lugar a lo denominado "fellinesco" como forma de describir "una realidad". Y lo fellinesco será mucho más que un estilo, transformándose en una marca que caracterizan películas que abordan el surrealismo como "Roma", "La Ciudad de las Mujeres", "Satiricom" y "Casanova". Años más tarde, llegaría su obra otoñal, la de su vejez, como "Ginger y Fred" o "La Voz de la Luna".

"La Dolce Vita" es una bisagra absoluta, no solo en su obra personal sino también en el cine italiano. Porque cinematográficamente, es el fin del neorrealismo, pero a su vez, es un fresco impresionante sobre el fin de una época, el de la reconstrucción de pos guerra, la del olvido de la miserias pasadas, y el comienzo de una vida superflua y vanidosa, en la cual ya se puede vaticinar el advenimiento de un tremendo vacío existencial. Comienza, además, a expresar la decepción de la falsa prosperidad de posguerra.

"La Gran Belleza" es la "La Dolce Vita" de los comienzos del siglo XXI. Al igual que en la primera, el relato está guiado por un personaje principal, un periodista, es decir, un cronista de la realidad, un alter ego del propio director. Antes, Marcello Rubini en la interpretación de Marcello Mastroianni. Ahora Jep Gambardella interpretado por Toni Servillo. Ambos nos introducirán en su mundo fatuo, impersonal, pero Gambardellla no sucumbirá como Rubini a los encantos de la época asimilando su vida a ella, desnudando su perplejidad frente a un mundo incomunicado sino que mantendrá distancia y se transformará en un testigo privilegiado de esta época.

Jep Gambardella es un escritor talentoso. Acaba de cumplir 65 años. Es un hombre de la noche. Se siente viejo. Vive solo. Tiene las mujeres que desea. Asiste a todas las fiestas y es el "rey de los mundanos". Ha escrito un único libro en su juventud que lo ha colocado como escritor destacado. Todos esperan de él un nuevo libro. Pero Jep no encuentra la inspiración. Cree que lleva una vida vacía , tal vez anclada en el pasado, y recuerda a Faubert que quería escribir una novela sobre la nada. Pregunta a todos si se puede escribir una novela sobre la nada sin obtener respuesta. Ahora se ha transformado en el cronista de sociales de un periódico romano. Desde esas páginas, deja sus testimonios sobre la época en que vive, frecuentando y reporteando a la intelectualidad romana, a artistas, millonarios, miembros de la realeza e importantes funcionarios de la iglesia católica.

La película es una gran crónica sobre la vida social en Roma vista desde el exclusivo punto de vista de Jep. Al comienzo del film, una voz en off nos dice: "Viajar es útil, ejercita la imaginación. Todo lo demás es desilusión y fatiga. Nuestro viaje es enteramente imaginario. Ahí reside su fuerza. Es una novela, nada más que una historia ficticia". Debería decir, además, esto que usted verá es una película, no es más que una mirada subjetiva, todas las conclusiones, espectador, son las suyas. 

Pero queda claro que más allá del viaje imaginario, lo que uno ve y escucha es perfectamente reconocido, y es tan válido aquí como allá. Es decir que el mensaje de "La Gran Belleza" se eleva por sobre las fronteras romanas o italianas y alcanza niveles universales. Es imposible no reconocer lo que el film describe.

No obstante ello, aceptemos la mirada de Jep, una mirada obviamente subjetiva, que además,  es la mirada de un intelectual lucido y desencantado, con una lengua filosa, pertrechado bajo la seguridad de un trabajo rentado en un diario importante, permanentemente consiente y resistente, comprometido con su tiempo, bajo la dirección de una enana que dice tener el privilegio de haber podido ver la vida siempre desde la misma altura. Enigmática pero objetiva. Ella parece contener a Jep, y su anormalidad es la real normalidad del mundo que Jep habita. Un mundo deforme.

Esa mirada subjetiva de Jep, aunque no le permita escribir una novela sobre la nada,  no hace otra cosa que describir "la nada", esa nada decadente que caracteriza la sociedad de principios de siglo, esa sociedad pos industrial, la de los servicios, la de la tercera ola,  que trata de mostrar un falso bienestar apoyado sobre una torre de naipes de cartón. Es una sociedad en crisis que está tomando características seculares y no parece encontrar el principio de su solución. Es la misma sociedad que genera desocupación y solo parece encontrar como respuesta entretenimiento masivo. Pan y circo. Y esa descripción es merito de la excepcional actuación de Toni Sevillo y la no menos deslumbrante puesta en escena del guionista y director Paolo Sorrentino.


Finalmente cabe preguntarse cuál es la "gran belleza" que alude el título. Dónde podemos encontrarla?. No hay duda que en toda Roma la hay, pero no es la belleza romana, ni la belleza exterior la que alude la película. La gran belleza es la interior, es la del espíritu, es la que evoca Jep al final cuando recuerda su primer gran amor adolescente, es la que irradia Ramona, la hija enferma de su amigo romano, con la cual el establece un vinculo prácticamente espiritual. La gran belleza está ausente fruto de ese vacío existencial que expresan la mayoría de los personajes que deambulan alrededor de Jep.

"La Gran Belleza" es una gran película. Inasible, esquiva, envolvente, laberíntica, imaginativa, donde el realismo se superpone con el surrealismo, y los fantasmas del pasado aparecen en el presente. Sin lugar a dudas, la mejor de su autor y director, Paolo Sorrentino, un joven proveniente de la "escuela napolitana" que tiene 6 largos en su haber y ya participó del BAFICI con "Il Divo", un impresionante trabajo sobre la personalidad y carrera política de Giulio Andreotti, también interpretado por Toni Servillo. Para ambos, mi mayor respeto y admiración.

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