sábado, 5 de agosto de 2017

DUNKERQUE de Christopher Nolan



EL ABSURDO DE LA GUERRA

Christopher Nolan, un inglés nacido en Londres hace 47 años, ha conquistado la meca del cine americano haciendo películas de gran presupuesto en las que no deja de exponer las ideas que le interesan y lo colocan en el pedestal de los más importantes y reconocidos guionistas y directores de la actualidad.

Memento, realizada en el año 2000 y basada en el guión de su hermano Jonathan, fue el film que lo expuso a la consideración general. Una obra que con la estructura de un policial, narraba la persecución de un asesino por parte del marido de la víctima, quien sufría pérdidas en su memoria. Pero su consolidación  autoral arranca con un tanque de la franquicia de Batman. El Caballero de la Noche (2008), su segunda entrega, resultó  una película fuera de serie y marcó un rumbo en el nuevo cine de superhéroes, a la vez de transformarse en una aguda reflexión sobre la violencia terrorista y la necesidad de combatirla con las mismas armas. Dos años más tarde, realizó El Origen, otro film de factura compleja e impecable realización, logrando un nuevo éxito con Leonardo de Caprio en el papel estelar.

Ahora nos llega Dunkerque, en la cual Nolan viaja hacia el pasado y recrea un episodio real ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial. Corre el año 1940. Alemania invade Francia y obliga militarmente al retiro de suelo europeo a las maltrechas tropas inglesas que combatían aliadas con el ejército francés.
Nolan narra el retiro inglés desde cinco puntos de vista que son encarnados por un soldado de infantería, dos aviadores, un civil francés que ayuda a la evacuación con su velero y un comandante inglés al que le han hundido su barco. El guión preciso de las cinco circunstancias permite a Nolan dar una visión de la crueldad de la guerra a la vez que una lección de cine moderno.

Contada con cámara en mano en gran parte de su metraje y con la invalorable ayuda del fotógrafo suizo Hoyte Van Hoytema (trabajó con Nolan en Interestelar en 2014), y que aquí, además,  hace gala con las nueva tecnología de las cámaras IMAX, el director utiliza la playa extendida por la baja marea de Dunkerque como un escenario fantasmagórico cargado de muerte amenazado por tres pequeños aviones cazas alemanes. Tanto las escenas terrestres como las tomas aéreas son realmente antológicas.
La película es fundamentalmente, un hecho visual. Casi carente de diálogos, Dunkerque se transforma en una expresión brillante del minimalismo cinematográfico. Narrada con un rigor casi documental, apunta a la evacuación de un grupo de 400 soldados dispersos en una playa como un hecho esencialmente humanitario fuera de todas las convenciones bélicas.

En ese acto que no implica rendición, en consecuencia, hay un estado de continuación de la guerra. Por lo tanto, existe un enemigo, que invisible, está al acecho de las maltrechas tropas inglesas que están en una situación de aislamiento e inferioridad.
No obstante, serán dos elementos externos los que condicionarán el estado de la evacuación. El  dominio del aire, por un lado, y la marea en la playa, serán quienes impondrán condiciones a la evacuación. Y ambos elementos estarán en contra de la suerte de nuestros héroes dando un tono épico a la operación de evacuación. Tres aviones alemanes contra dos ingleses, y la baja marea condicionaran el equilibrio de las fuerzas. La pericia de los pilotos y la velocidad de la marea se transformarán en dos elementos dramáticos más. 

Los soldados que están en la playa de Dunkerque se sienten amenazados, tienen miedo y pasan hambre. Las condiciones les son adversas. Están en retirada respecto de las fuerzas alemanas y en desventaja numérica. Saben que su salvataje depende más de la suerte que de sus propias acciones. Están en las manos del destino. Casi desarmados, hambrientos, muchos de ellos heridos, su lucha como soldados se va convirtiendo en una espera tensa que solo puede ser mantenida por la esperanza de un milagro. La voluntad de luchar solo parece estar motivada en ese aferramiento que tenemos por la vida ante el miedo a la muerte. El drama de la guerra aparece así reflejado en toda su crueldad concentrado en una simple playa, un paraje bucólico que se transforma en una trampa mortal. 

Nolan queda ahora lejos de la posición justiciera de El Caballero de la Noche. Dunkerque respira humanismo por cada poro de su metraje y se constituye en un film ferozmente antibelicista  al que puede considerarse, no solo temática sino también estéticamente, un homenaje al gran maestro Stanley Kubrick y una heredera de aquellas dos  obras majestuosas que fueron Senderos de Gloria (1957) y Full Metal Jacket (1987). 

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