jueves, 10 de agosto de 2017

PARAÍSO de Andrei Konchalovsky



EL INFIERNO TAN TEMIDO

Andrei Konchalovsky, hermano del afamado Nikita Mijalkov, es un hombre de cine y teatro nacido en la Unión Soviética en 1937. Estudió en el Conservatorio de Moscú e hizo su debut  cinematográfico con El Primer Maestro (1966). Algunos de sus siguientes films tuvieron problemas con la censura, por lo cual, después de lograr un éxito importante con el épica Siberiada, fue atraído por el cine americano donde trabajó por más de 10 años, convirtiéndose en un director de éxito y de culto, especialmente después de filmar Runaway Train con Jon Voijt en 1985. Después de la Caída del Muro, volvió a su patria, filmando esporádicamente y dedicándose al teatro. Ahora regresa con este film estupendo.

Estamos ante un director y un film  inclasificables por varios motivos. Paraíso, filmado como un documental, es una ficción. Narrado como un drama, es una historia de suspenso que cuenta a la vez tres historias de represión, colaboración y vida en un campo de concentración en la Alemania Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Paradójicamente, cabe agregar que el título de Paraíso alude al objetivo perseguido por el Nacional Socialismo para la sociedad alemana.

La línea que sigue Konchalovsky más que emitir un juicio de valor sobre lo ocurrido parece tener la intención de narrar el horror sin hacer distingos de bandos. Como si el horror no lo sufrieran solo las victimas sino también los victimarios. O sea, el horror es uno solo, y es sufrido por todos.

La visión que presenta el director ruso es la de un humanista (no la de un historiador), en consecuencia, entiende que el horror de la guerra no es solo el de las victimas sino el de todos aquellos que de una u otra manera se ven involucrados en ella, ya que la guerra se sufre sin distinción de bandos. Y por eso nos preguntamos: qué otra cosa podemos esperar de una guerra que no sean víctimas?

No es una película fácil de ver e incluso de entender. Es como si nos introdujéramos en el mundo del revés. El film va contra la mirada convencional de las cosas y sobre todo del decir de la historia toda vez que generalmente la historia es narrada por los ganadores de la contienda.

El horror del holocausto es imperdonable e inentendible para aquellos que no lo hemos vivido y apenas lo conocemos a través de los libros de historia o de películas como Shoa!!, de Claude Lanzmann que lo han retratado con toda objetividad y realismo a través de imágenes de archivo y testimonios de testigos presenciales de los hechos a un punto tal que alguien expresó: Shoa!! obliga al espectador a realizar un ejercicio de insoportable imaginación sobre el dolor, el espanto y la degradación humana ocurrida en los campos de exterminio.

Tal vez Paraíso sea ese insoportable ejercicio de imaginación. Konchalovsky hace una ficción realizando un falso documental sobre tres personajes cuyos caminos se cruzan durante la guerra: Olga (una magistral Yuliya Vysostkaya), una aristócrata rusa exiliada en Francia que es arrestada por los nazis durante la ocupación alemana en un pueblo cercano a París por ocultar a dos niños judíos. Jules (Philippe Duquesne), un juez de paz colaboracionista que debe investigar el caso de la detención de Olga, y Helmut (Christian Klaus), un alemán, militar de alto rango proveniente de la alta burguesía que ha conocido a Olga durante su juventud en Italia y que ahora es Oficial de las SS y está a cargo del campo de concentración donde está detenida Olga. ¿Qué tan cerca está Helmut del concepto de banalidad del mal que ha desarrollado Hanna Arendt?

El film se desarrolla a través de escenas de careos,  declaraciones testimoniales que los personajes hacen sobre los hechos ocurridos en los cuales han participado, y la dramatización de algunos de esos hechos. En consecuencia, existe en el film un aire parecido al espíritu confesional de carácter religioso, donde obviamente la expiación de la culpa y la búsqueda del perdón parecen ser los objetivos. No obstante, no se trata de un film religioso.

Es que claramente la posición humanista de Konchalovsky presenta a sus personajes como juguetes de un destino atroz cuya voluntad de maldad o de bondad estará siempre condicionada a la terrible ocurrencia que es el hecho de la guerra. Los personajes de Paraíso son todos juguetes de ese cruel destino a los que les corresponde jugar un rol que esta muchísimo más allá de su propia voluntad, y a la que no pueden renunciar ni escapar porque las condiciones que impone la guerra es la de un hecho colectivo que se antepone a cualquier actitud individual.

En otras palabras, los personajes de Konchalovsky han estado dirigidos por una voluntad superior regida por el mal que ha provocado un efecto de masificación que hace desaparecer la voluntad individual. Es el triunfo de la masa deshumanizada contra la desaparición  de la identidad personal. Es que la guerra la sufren los pueblos pero las deciden los políticos. Más allá del horror no queda otra cosa que víctimas.

Soberbio film de Konchalovsky. Arriesgado. Trabajado como una pieza de orfebrería, cuesta entrar en él porque lo plantea como una obra del absurdo, pero a su vez, lo trabaja como solo un gran cineasta puede hacerlo: Tomándose su tiempo, asumiendo riesgos, desafiando al espectador y a los convencionalismos, para entregarle una obra provocativa ante la cual no se puede mantener la indiferencia.

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