viernes, 6 de octubre de 2017

BLADE RUNNER 2049 de Dennis Villeneuve



SEGUNDAS PARTES NUNCA FUERON BUENAS

Ridley Scott, un productor y director británico proveniente de la televisión, había dado muestras de su capacidad y talento artístico  en Los Duelistas (1977). Su película había sido premiada en el Festival de Cannes como mejor ópera prima. Dos años más tarde, le llega el reconocimiento comercial e internacional con el suceso de Alien, El Octavo Pasajero, un film de terror gótico que ocurría en el espacio. Su tercera película lo transformaría en un director de culto. En 1982 dirige Blade Runner basada en una novela Philippe Dick. La película se estrena sin mucho ruido, pero comienza a funcionar gracias a la recomendación del boca en boca que la transforma en un éxito que marca a toda una generación. La carrera de Ridley Scott, tanto como director como productor, siguió por ese camino.

Segundas partes nunca fueron buenas. Ello no sucedió en la filmografía de Scott. El Alien tuvo 5 secuelas y dos precuelas. Ahora, el viejo Ridley, vuelve al estante de los recuerdos y desempolva el Blade Runner. Han pasado 35 años desde 1982. En 1998 ya intentó rescatarla y publicó la edición del corte del director, sugiriendo que Deckard podría ser un humanoide. Tocar una obra maestra podría haber sido un sacrilegio. Sin embargo, Scott logró interesar con el cambio.

Ahora, decide volver con la continuación de Blade Runner. Con estas intenciones contrata a Dennis Villeneuve como director. Encarga a Hanpton Francher y  Michael Green escribir una secuela, llama a Roger Deakins (habitual colaborador de los Hermanos Coen) para que haga la fotografía, y él mismo (Scott) se pone a cargo de la producción de la nueva idea que transcurrirá en 2049. El resultado es una obra totalmente innecesaria de dos horas y 40 minutos (mucho más larga que la original), en la que un nuevo Blade Runner (Ryan Gosling), totalmente enamorado de una mujer virtual y comandado por una jefa  que protagoniza Robin Wright, es encargado de eliminar una serie de replicantes. Hasta allí no hay grandes diferencias con el original. Pero 2049 será un mundo mucho más decadente y más tecnológico que 2022. La diferencia entre la vieja y la nueva versión no está en la historia que cuenta sino en su mensaje. Mientras en la vieja versión los replicantes se preguntaban de dónde vinimos, quiénes somos y adónde vamos, en el 2049 de la película, en un mundo prácticamente manejado por las máquinas (es el mundo del futuro que plantea Terminator) solo pueden preguntarse dónde estará la salvación, y si acaso, habrá algún nuevo Mesías que pueda salvarlos.

Es precisamente en aquel momento donde la primera película se volvía trascendente. Los replicantes se hacían las mismas preguntan que nos hacemos los seres humanos. Deckard los escuchaba, y los entendía en una escena absolutamente antológica del cine. Comenzaba a comprenderlos y entraba él mismo en una duda de tipo existencial entre su actividad que era cazarlos, o dejarlos libres como semi hombres que eran. Para colmo de males se enamoraba de la replicante Rachel.

En esta secuela que se estrenó ayer, El Blade Runner K de Ryan Gosling no tiene alternativa. Vive en un mundo totalmente tecnológico y decadente, carente de esperanza donde las maquinas son las que imponen condiciones al hombre. Esta falta de alternativa vuelve a la película fría como una gema. La historia se alarga sin profundidad alguna solo para justificar la apreciada entrada de Deckard (Harrison Ford) que devuelve, con su sola presencia,  el interés que está basado en la acción pura del tramo final de la película. La cuestión filosófica derivada del poder de las maquinas sobre los hombres queda en una mera enunciación que es meramente un dato.

Dennis Villeneuve se siente como forzado a trabajar con todo este material y solo genera repetición, confusión y cansancio. A medida que transcurre el metraje, uno va sintiendo que la película hace denodados esfuerzos por mantenerse parada y despierta. Es muy difícil, diría que hasta innecesario, tratar de hacer continuar un film de  culto como Blade Runner. A muchos nos marcó una época. Cada cual la entendió como quiso o como pudo dado que su final era muy abierto. Ridley Scott, con el tiempo, siempre ha querido volver a ella. Obviamente, es su obra maestra, y el maestro Ridley es un perfeccionista. Puedo entender su intención de continuarla más allá del negocio cinematográfico. No obstante, ésta continuación no agrega nada.


Blade Runner 2049 es una película ambiciosa y fallida, con una puesta en escena deslumbrante debida sobre todo a un fotógrafo que maneja los excesos de luz en forma magistral, pero dirigida por un director al que el material se le va de las manos (ya le había ocurrido esto en 2016 con La Llegada). En consecuencia, el film es una cascara de huevo sin nada de yema dentro, en la que escenógrafos, músicos, actores han hecho denodados esfuerzos para reflotar y realizar una secuela de una película de culto, pero solo han lograda reflotar el mito de Blade Runner y tal vez, hacer que muchos jóvenes se interesen por verla.

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