viernes, 13 de octubre de 2017

UN MINUTO DE GLORIA (SLAVA) de Kristina Grozeva y Petar Valchanov


 SON SOLO 101 MINUTOS, POR FAVOR!!

Tzanko Petrov, obrero tartamudo que limpia las vías del ferrocarril, encuentra una bosa de dinero, y lo denuncia a las autoridades. El ferrocarril reconoce su buena acción y lo premia. Le regala un reloj. A los efectos de tomar la foto del premio, debe  sacarse su antiguo reloj, regalo de su padre de un enorme valor afectivo, que va a parar a las manos de la Julia Staikova, la Ministra de Transportes de la Nación, que lo pierde…

En este simple comienzo nos damos cuenta que estamos otra vez frente a una película extraordinaria del dúo Grozeva – Valchanov. Nuevamente juntos en el guión y la dirección de la película, vuelven a ponernos ante una serie de dilemas morales que generan no solo un film interesante sino también muy bien realizado y entretenido. La cuestión planteada deriva inesperadamente en un hecho de corrupción. Los corruptos buscarán un culpable. Y la burocracia existente terminará avanzando peligrosamente sobre los derechos individuales de nuestro héroe.

Tremendo análisis sobre la corrupción, la burocracia estatal, la falta de solidaridad, el arribismo a cualquier precio, la falta de escrúpulos de los funcionarios públicos, las mafias existentes que terminan mostrando que tanto allá como acá se carece de transparencia en los actos públicos. Es tan interesante la degradación que sufre el personaje principal a manos del Estado como lo es la dualidad de la Ministra que se debate entre la conservación de su puesto y su necesidad de ser madre, sometiéndose en ambos casos a un fino proceso de degradación moral y personal.

Pero más allá de ello Un Minuto de Gloria es un film inspirado y profundo que inexorablemente nos lleva a pensar en nuestro propio cine y su incapacidad para tratar temas como este que por otra parte son tapa en los diarios argentinos de todos los días desde hace muchos años. Y que conste que no lo digo para denunciar los casos conocidos que de una u otra forma ya están en manos de la justicia. Lo digo con el propósito de poner en la palestra estos temas que parecen haberse enquistado en el ser argentino y que ha comenzado a minar la moral de nuestros hijos como hemos visto recientemente en la responsabilidad que les cabe en las denuncias sobre potenciales bombas en los colegios con el solo fin de desalojarlos y evitar tener que hacer el examen del día. Si nuestros hijos se están corrompiendo, qué podemos esperar del futuro.

No es que estoy a favor de un cine didáctico ni moralista. Pero estoy considerando como ejemplo a seguir a este film búlgaro, porque su tema, su análisis, su desarrollo tiene alcances universales. Ello es que cualquiera puede acceder, entender e interesarse en la propuesta de este tipo de films, sacar sus propias conclusiones, y mirarse en un espejo para ver si está libre de la denuncia.

Tanto La Lección el año pasado, como Un Minuto de Gloria este año, nos han puesto frente a un cine que propone el debate moral. No sé cuanta gente vió La Lección el año pasado, ni cuanta gente ira as ver éste estreno de la presente semana, pero lo cierto es que nos pone ante un cine necesario que induce la discusión y que muestra el mal que provoca la corrupción. Esta película me pareció muy interesante, muy bien hecha, posee un poder de síntesis notable, va al grano de la cuestión sin tapujos, desarrolla su tema con claridad y no deja dudas sobre su objetivo.

Incluso si dejamos de ver el film desde lo individual y comenzamos a verlo desde su costado social, observamos que si bien las víctimas de la corrupción somos todos, seguramente, quienes más pierden son aquellas franjas que se encuentran socialmente más expuestas dado que son las que más necesitan de un Estado benefactor, el cual es expoliado por la corrupción.

De alguna manera, el infierno en que deriva la vida de Tzanko Petrov me hace recordar al tour surrealista que Martin Scorsese le impone a Paul Hacket en aquella noche interminable de After Hours, En ésta, el grado de acidez es mayor. Demás está decir que tanto la actuación, interpretada por dos grandes actores búlgaros Stefan Denolyubov y la gran Margita Gosheva, como el guión y la dirección de esta película me parecieron excelentes.

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