Hacía mucho tiempo que no se estrenaba comercialmente una película
de Claire Denis en Argentina. Se vió Una Mujer en África en el Festival de Mar
del Plata en 2014 (se repitió en el BAFICI 2015), donde contamos con su
presencia y disfrutamos de una Master Class donde se explayó con gran simpatía
sobre su presente, su cine y su manera de hacerlo. Pero fuera de los
festivales, debemos remitirnos muchos
años atrás, concretamente a fines de los 90, para encontrarnos con el estreno
de aquella notable obra que fue Bella Tarea.
Afortunadamente, este bello sol interior protagonizado por
Juliette Binoche, llegó a las salas porteñas con puntualidad. Y qué podemos
decir? Juliette se roba la película.
Inmenso retrato de una mujer de unos 50 años, magníficamente
interpretada por la Binoche, una actriz extraordinaria, sensible y sensual que
centraliza mágicamente el relato a través del cual pasaran cuatro hombres con
los que intenta generar una relación estable.
El film no solo describe la vida y los sentimientos de una
mujer que en su madurez aún se siente joven sino que va más allá y aborda la
precariedad de las relaciones en el
mundo moderno. Isabelle es una pintora separada de su marido con el que
alterna la tenencia de su hija de 10 años. Ciertamente, Isabelle no es una
mujer sola. Vive rodeada de amigos y pretendientes. Pero su soledad es inmensa.
La incapacidad de generar una relación duradera, incluso de compañerismo con
alguno de los hombres que llegan a su lado se hace absolutamente imposible.
Claire Denis enfoca este tema con madurez y crudeza. Las
relaciones que plantea son circunstanciales. Hay en todas ellas una explicito interés
por la sexualidad antes que el amor, la compañía o incluso la amistad. Observa con
crudeza un mundo que pareciera estar regido por lo sexual, y que por otra
parte, la falta de satisfacción y
desarrollo de relaciones más estables, daría lugar a una precariedad e
inestabilidad de las relaciones humanas que estaría condicionando al mundo a
vivir en soledad. No es casual el incremento en la cantidad de divorcios ni la
precariedad que muestra la pareja moderna. Ello deja ver cambios sociales
importantes donde, en síntesis, el materialismo de una época se impone sobre la
espiritualidad.
Cinematográficamente, Denis aprovecha el talento de la actriz
y prácticamente nos cuenta su derrotero en extraordinarios primeros planos que
solo una gran actriz como la Binoche puede soportar. Es remarcable también la
escena que transcurre en un boliche nocturno donde conoce a alguien con quien
baila. En la banda de sonido suena Etta James con su inolvidable versión de At
Last. Es un momento donde Isabelle parece disfrutar del baile en un momento de
profunda comunión con su circunstancial pareja. Posiblemente, sea el momento de
mayor espiritualidad de todo el film.
El final depara una sorpresa. Aparece Gerard Depardieu
haciendo de un vidente. Isabelle pasa revista a todas sus relaciones. El
vidente la atiende con la solemnidad de una psicoanalista. En ese momento de
extraordinaria franqueza e intimidad, Isabelle parece tomar conciencia del paso
del tiempo y comprender, que solo el tiempo es capaz de curar heridas, otorgar
experiencia, y enseñar a esperar.
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