LA COMENZON DE LOS 50 Y PICO
Con una experiencia importante en la producción y con tres trabajos
como guionista de otras tantas películas de Adrian Suar, llega Juan Vera a la
dirección de una idea suya coescrita con Daniel Cúparo dando lanzamiento a una
temporada de estrenos de cine argentino que a priori suena muy interesante, y cuyos
resultados se irán rebelando durante el mes de agosto.
Ya en 2008 Daniel Burman había incursionado con El Nido
Vacío en una película de características similares, una especie de tragicomedia
a la italiana que hace hincapié en la sensación de soledad que se genera en los
padres cuando los hijos hacen abandono del hogar, aun cuando esa circunstancia
esté signada por acontecimientos positivos como la posibilidad de concretar
estudios o asumir un trabajo en otro lugar.
El hijo que anuncia que se va a estudia un posgrado a España
es exactamente el caso que complica a los personajes principales de esta
comedia. Marcos (Ricardo Darín) y Ana (Mercedes Morán), un matrimonio con 25
años de casados comienzan a sentir de golpe una sensación de vacío ante la
añoranza del hijo. La pareja no
encuentra una respuesta rápida y en consecuencia, estalla una crisis
matrimonial. Incluso podríamos decir que estamos ante un problema típico de una
clase media acomodada en la Argentina actual.
Vera elige la comedia ligera. Consecuencia de ello,
desdibuja el drama de los personajes, y los despinta. Todo se vuelve hueco, los
personajes comienzan a comportarse como jóvenes viejos, y la comedia se deja
llevar por el absurdo dejando de lado la realidad y en consecuencia,
abandonando el tono dramático de la situación plateada.
Darín hace denodados esfuerzos para encontrar a su
personaje que perdió en la segunda escena. Marcos es un profesor de filosofía
que enseña en la universidad. Un tipo tranquilo, rodeado de libros,
aparentemente feliz, que tiende siempre a resolver sus problemas en la forma
más simple posible.
Ana, después de la partida de su hijo, comienza a sentir
cierta incomodidad. Parece cuestionarse los 25 años de matrimonio como si
hubiera perdido el tiempo dejando cosas por hacer al lado de un hombre que creyó
la había hecho feliz. Se siente vacía e infeliz.
El grupo de amigos que los rodea parecen estar en similares
situaciones. Se insinúan rasgos de insatisfacción en cada uno de ellos que el
guión no acaba de definir que tanto pueden ser cuestiones personales,
generacionales o incluso problemas derivados de la propia situación general en
que se encuentra el país.
Con un buen comienzo, con una pintura de caracteres
interesantes, la película se desbarranca con facilidad tratando de ignorar el
problema que plantea mediante el disimulo. El argumento se vuelve trillado y
convencional donde el foco se pone en la simple efectividad de la escena, y en
mantener un ritmo de comedia festiva donde se está desarrollando un drama de
tipo ontológico en el sentido que los personajes se han perdido a sí mismos.
El problema del film es la falta de continuidad narrativa en
ambos protagonistas principales al darle al film una estructura episódica donde
aparecen personajes colaterales que poco agregan a la estructura tragicómica.
En algunos tramos, la película parece un film coral, la pintura de un grupo de
matrimonios en crisis más que la propia crisis de un matrimonio en particular
que es lo que da lugar a la historia. Ello parecería querer generalizar la
crisis a toda una generación cuando en realidad estamos ante un problema de
carácter eminentemente personal.
Otro error es el final, totalmente concesivo y cerrado
cuando lo indicado debería ser lo contrario. El Amor Menos Pensado es una
película extremadamente calculada, pensada para que el espectador no se
preocupe ni piense demasiado ni mucho menos salga del cine con un problema adicional
a los que ya tiene en su propia vida. Mayores de 50 no preocuparse. Esto es tan
solo un pasatiempo.
El Amor Menos Pensado encuentra cierta proximidad en el
cine de Woody Allen. Están los rasgos del autor americano en el ambiente algo
intelectual que pinta, en cierta añoranza por la juventud pasada, en la pérdida
del rumbo de sus personajes. No obstante, está muy lejos de los film del genial
director neoyorquino. El film plantea una situación que no termina de resolver
pese a su duración, un poco más extensa de lo aconsejable, aunque logra
entretener gracias a las buenas actuaciones de todo el elenco, dejando en el
aire la idea que el saldo de insatisfacción personal después del balance de las
bodas de plata, va más allá de la problemática del nido vacío. De allí a la
crisis matrimonial hay un solo paso. Y ese paso constituye el relato de la
película. Un salto muy parecido al vacío.
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