sábado, 18 de agosto de 2018

MI OBRA MAESTRA de Gastón Duprat


SOBRE EL ARTE Y EL SER NACIONAL

Gastón Duprat y Jorge Cohn son artífices de una filmografía muy particular. Con una experiencia importante en televisión y el documental, y después de 10 años del debut cinematográfico con El Artista, han generado, en forma independiente, un universo personal, un conjunto de películas que tangencialmente aluden al hecho de la creación artística y literaria construyendo una obra cinematográfica rigurosa y lúcida con un tema dominante que conduce al análisis del ser nacional.
Ellos mismos definen su cine como “comedias incómodas”, un cine hibrido caracterizado por un raro equilibrio cuyos personajes son capaces de conseguir por un lado la sonrisa del espectador y por otro, generar una profunda inquietud, incluso, desasosiego, que obliga a la reflexión sobre lo visto.

Mi Obra Maestra no escapa a estos conceptos. Relata la relación entre un pintor exitoso (Brandoni) y su merchant (Francella), en el crucial momento en que la popularidad y el éxito del pintor comienzan su etapa de decadencia, transformando a la película en una lúcida mirada sobre el mundo del arte, el trabajo del artista, el éxito y el fracaso proyectando estos elementos hacia la cuestión del ser.
En un concepto amplio, arte engloba a todas las creaciones realizadas por el ser humano con una finalidad estética. La película induce a pensar en las diferentes etapas de un artista, sus diferentes momentos creativos, la llegada del éxito comercial, el reconocimiento artístico, el fracaso, e incluso, la celebridad después de su muerte.

Aquí aparece una dicotomía difícil de entender entre los que es el arte y el mercado del arte. Esta cuestión que termina por ser el nudo gordiano del film también podría ser vista en la película como una reflexión con tono de cruel parábola sobre el ser nacional. Aquella que confunde el éxito pasajero con la gloria del reconocimiento y que como consecuencia no puede diferenciar el carácter de un simple logro enrolándolo en una categoría que le es impropia. Es esa misma sociedad que también crea falsas idolatrías y modas para después desconocerlas. Es común creernos como argentino los mejores en todos los terrenos, confundiendo el éxito individual con un éxito colectivo que en realidad no es tal. Ejemplo de ello es el futbol. Messi es el mejor jugador del mundo pero el equipo nacional clasifica lejos del campeón. Solemos confundir el éxito a nivel individual con algo muy diferente que es el logro colectivo. El desarrollo de un país depende de esto último, de la suma de voluntades.

Cuando un artista triunfa en el exterior, afirmamos que el arte argentino triunfa en el mundo. Pero también ocurre lo contrario como en El Ciudadano Ilustre, en la cual un escritor argentino que ha hecho la mayor parte de su carrera literaria en Europa es galardonado con el Permio Nobel de Literatura. En esta película, el triunfador es Mariano Mantovani, que cuando regresa a su pueblo es defenestrado y hasta perseguido. Es decir, lejos de la admiración se genera un rechazo que expresa la envidia hacia quien para triunfar o superarse ha tenido que irse.  

En esta crítica de ciertos aspectos de la argentinidad que la película no desarrolla pero sugiere, se encuentra una de las claves del cine de Duprat y Cohn. Un cine que logra interesar porque a través de sus personajes nos retrata tal cual somos. Un cine que indirectamente indaga en el ser nacional sin acartonamiento, sin sentencias ni formalidades. Simplemente nos retrata como somos. Con defectos que superan a nuestras virtudes, que claramente no alcanzan para sacarnos del pozo donde estamos como nación.


Comenzando por la gran actuación de Brandoni, siguiendo por la correcta contención de Francella, el buen gusto de la puesta en escena del director y terminando por el equilibrio de un muy buen guion, Duprat y Cohn vuelven a su tema de siempre, el ser nacional, tratado con gran ironía y precisión,  destacando aquéllos puntos débiles donde aparecen el doble discurso, la apariencia, el engaño, la envidia, la corrupción, el desapego a la ley que nos caracteriza como una sociedad de chantas al borde del mundo, sociedad que la película recrea con una gran lucidez.

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