EL LIBRO VERDE DEL CONDUCTOR NEGRO
Corren los años 50. Tony Vallelonga (magníficamente interpretado
por Viggo Mortenssen) queda transitoriamente sin trabajo por reformas en el Night
Club de Manhattan en el cual se desempeña. Afortunadamente, consigue costearse
la vida durante un par de meses, haciendo de chofer de un hombre de piel negra (el
Dr. Don Shirley, en otra gran actuación de Mahershala Ali), que es un virtuoso
pianista. La gira que emprenden será por el sur y el medio oeste de los Estados
Unidos. Para ambos será un viaje iniciático.
Inevitablemente, el film recuerda a Conduciendo a Miss Daysi,
un film de 1989 que trataba el mismo tema en forma invertida, y que además ganó
el Oscar a la Mejor Película. En ambas, si bien se pregonaba la igualdad
racial, inconscientemente, aparece la supremacía blanca. Mientras Daysi
transformaba a Hoke Colburn (Morgan Freeman) en un hombre educado, en esta última,
Tony Vallelonga le da al Dr. Don Shirley calle y sentido común.
Tal vez por un énfasis altruista que atraviesa ambas, en el
sentido que el que enseña y abre camino siempre es la persona de raza blanca, e
incluso es también la persona portadora del prejuicio, como road movie la película
se centra más en las diferencias que en el camino por recorrer. En ese sentido,
queda muy lejos de otras road movies que han hecho historia como Esay Ryder
(1969), de Dennis Hooper con Peter Fonda, tal vez el mayor manifiesto de la
generación beat, o de Paris, Texas (1984) del alemán Wim Wenders filmando en
Estados Unidos la historia de un hombre solitario que ha perdido el rumbo y
decide volver a conectarse con la sociedad, consigo mismo y su familia en un
viaje a través del desierto americano. O Thelma y Louise (1991), de Ridley
Scott donde dos mujeres insatisfechas de su cómoda vida hogareña inician un viaje
iniciático dejando atrás la sociedad de consumo internándose en el Gran Cañón
del Colorado.
The Green Book es un film que no avanza porque es un film
pretencioso. La búsqueda de la igualdad racial se centra en el argumento en la
mutua enseñanza que se brindan los personajes. Mientras Tony es el hombre que
tiene calle, entendiendo calle como experiencia de vida (es el hombre que se
gana la vida todos los días haciendo el trabajo sucio que otros no quieren
hacer), Don es todo lo contrario. Es un músico de formación profesional, un pianista
virtuoso que ama lo clásico, que tiene consciencia de lo social, que respeta el
orden público y las leyes, pero es incapaz de cuidarse a sí mismo.
Es paradójico que en el film el guión elija una época (los
años 50) y un lugar (el sur de los Estados Unidos) para que una empresa discográfica
dé a conocer mediante una gira a un nuevo pianista de raza negra y los
introduzca en un medio hostil a través de una serie de recitales donde el público
puede ser culto en lo musical pero a la vez está lleno de prejuicios e
intolerancia. Ello produce una inevitabilidad de los hechos que hacen de la película
un film absolutamente previsible que queda reducido a la relación de ambos
personajes.
En este aspecto, la enseñanza mutua del uno hacia el otro,
es lo mejor del film. Allí aparece lo que será un canto a la amistad, uno abriéndose
hacia la cultura aunque más no sea aprendiendo a redactar una carta, y el otro,
abandonando su mundo frio y solitario, acercándose a compartir algo más que su música.
Hay en ello un sentido de convergencia que es el nacimiento de una amistad en
un medio que todavía excluía mediante el prejuicio racial.
El Libro Verde queda como una película deudora porque
transita un camino trillado, llena de convencionalismos, que no la diferencian
de otras películas que han transitado el mismo tema, y que aunque no lo
parezca, es un tema aún vigente en algunos Estados de la Unión. La cuestión
racial sigue existiendo en el sur de los Estados Unidos. E incluso, la famosa
intención de Donald Trump de levantar un muro en el sur en la frontera de los
Estados Unidos con México, no es otra cosa que una expresión de un sentimiento
segregacionista que gracias a Dios por ahora no ha pasado de ello, solo una
intención.
Como curiosidad, cabe destacar que El director Peter
Farrelly, también guionista junto a Nick Vallelonga y Brian Currie, trabaja por
primera vez en la dirección sin la compañía de su hermano Peter. Juntos había coguionado
y codirigido la mayoría de las películas que habían producido juntos.
Finalmente, lo más destacable de la película es su
superlativo nivel interpretativo. Tanto los dos actores principales como el
resto del elenco realizan una labor descollante. Seguramente el Oscar al Mejor
Actor estará rondando la cabeza de alguno de ellos.
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