LA CULPA Y OTROS DEMONIOS
Más cercana por su contenido a su título en inglés que en
castellano, nuevamente se hace presente el cine iraní en nuestra cartelera. Llegó
el turno de conocer a Vahid Jalilvand, a través de su segundo largo: “No Date,
No Signature” (2017), galardonado por la Fipersci en el 72 Festival de Cine de
Venecia al igual que su título anterior Miércoles 9 de Mayo (2015), no
estrenado en Argentina.
El cine iraní parece rendir homenaje permanente a Abbas
Kiarostami, tanto temática como estilísticamente. Aquí también el film comienza
con un auto que transita en medio de la noche por una autopista de Teherán dándole
al film una impronta documentalista que no tardará en transformarse en el
epicentro de una historia que provocará una reflexión de carácter ético que
tiene que ver con la interpretación de la realidad y el discernimiento entre lo
verdadero y lo falso.
Un médico generará un accidente al tocar con su auto a una
motoneta que circula por el lugar. Como dato adicional, el seguro automotor del
médico se encuentra vencido. Los motociclistas son una pareja con sus hijos que
parecen salir ilesos aunque con algunos golpes y raspaduras. Al día siguiente, uno
de esos niños debe ser hospitalizado y muere. La autopsia realizada arroja un
resultado ambiguo. Por un lado, la muerte parece haber tenido lugar como
consecuencia de una intoxicación de una ingesta alimentaria (botulismo). Pero
el cuerpo del occiso también encuentra lesiones cervicales que pudieran haberle
ocasionado la muerte.
Lo que sigue serán tres largas peregrinaciones en busca de
una respuesta por parte de los dos principales protagonistas: el médico y el
padre del niño. Se trata de tres persecuciones, la primera, de la verdad a través
del alma de cada uno de ellos siguiendo diferentes caminos, la segunda, la del
sentimiento de culpa de los protagonistas por no haber hecho lo correcto, y la
tercera tendrá que ver con la recomposición del honor de cada uno. Todo aquello
que les permitirá vivir en paz.
El medico es un científico, un racionalista. Alguien que
necesita saber la verdad y hacerse cargo de la misma. En un primer momento se
siente acosado por la duda. Pero decide seguir adelante. No importa quedar
implicado en ella. Por otra parte hay en él un sentimiento religioso. Eso lo
hace sentir culpable. Necesita saber la verdad para encontrar la paz. Culpable
o inocente, solo le importa la verdad.
El padre del niño es un obrero con poca educación, un impulsivo
con más pasión que cerebro. Como padre sufre la pérdida del hijo y requiere una
compensación inmediata. Esa compensación está más cerca de la venganza que del
perdón. Su respuesta es física, no espiritual. No parará hasta obtener la
satisfacción de la misma. No importa si después de ello encuentra la cárcel.
Ambos personajes caminan infiernos diferentes que conducen
a un mismo lugar. Uno de la mano de la duda. El otro de una certeza infundada.
Ambos se encuentran sumergidos en un mundo dominado por leyes escritas y no escritas
donde ambos deben lidiar con personas que simplemente quieren sacarse problemas
de encima. Es decir, la indiferencia. Para los forenses, el cuerpo del niño es
un cadáver sobre el cual se debe determinar el origen de la muerte. Para el
medico puedes ser una prueba irrefutable de su inocencia. Para el padre un
cuerpo inerte que requiere justicia. Para el resto del mundo es una simple
evidencia.
Es un film sobre “el hacerse cargo”, asumir la responsabilidad
de los hechos, conocer la verdad, generar la justicia necesaria para que las partes
encuentren la paz y el sosiego de las almas. Y también, un film que habla de nuestros
propios mundos, aquellos que sostienen nuestra paz interior.
Como en toda película iraní que llega a nuestras costas, encontramos
un film cuya belleza formal nos deja mudos. Con rasgos de tragedia griega, no
solo cuenta con un guión muy sólido, un crescendo muy bien construido sin
ningún tipo de baches en su desarrollo, sino también muy bien dirigido con un
sentido de la austeridad que permite al director concentrarse en los dos
personajes principales, manteniendo la coherencia narrativa a lo largo de todo
el metraje.
Mención aparte para el dúo actoral. Dos capo laburos de
Amir Aghaee como el Dr. Kaveh Nariman, y Navid Mohammadzadeh como Moosa, el
padre del niño.
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