viernes, 15 de marzo de 2019

LA DECISIÓN de Vahid Jalilvand


LA CULPA Y OTROS DEMONIOS

Más cercana por su contenido a su título en inglés que en castellano, nuevamente se hace presente el cine iraní en nuestra cartelera. Llegó el turno de conocer a Vahid Jalilvand, a través de su segundo largo: “No Date, No Signature” (2017), galardonado por la Fipersci en el 72 Festival de Cine de Venecia al igual que su título anterior Miércoles 9 de Mayo (2015), no estrenado en Argentina.

El cine iraní parece rendir homenaje permanente a Abbas Kiarostami, tanto temática como estilísticamente. Aquí también el film comienza con un auto que transita en medio de la noche por una autopista de Teherán dándole al film una impronta documentalista que no tardará en transformarse en el epicentro de una historia que provocará una reflexión de carácter ético que tiene que ver con la interpretación de la realidad y el discernimiento entre lo verdadero y lo falso.

Un médico generará un accidente al tocar con su auto a una motoneta que circula por el lugar. Como dato adicional, el seguro automotor del médico se encuentra vencido. Los motociclistas son una pareja con sus hijos que parecen salir ilesos aunque con algunos golpes y raspaduras. Al día siguiente, uno de esos niños debe ser hospitalizado y muere. La autopsia realizada arroja un resultado ambiguo. Por un lado, la muerte parece haber tenido lugar como consecuencia de una intoxicación de una ingesta alimentaria (botulismo). Pero el cuerpo del occiso también encuentra lesiones cervicales que pudieran haberle ocasionado la muerte.

Lo que sigue serán tres largas peregrinaciones en busca de una respuesta por parte de los dos principales protagonistas: el médico y el padre del niño. Se trata de tres persecuciones, la primera, de la verdad a través del alma de cada uno de ellos siguiendo diferentes caminos, la segunda, la del sentimiento de culpa de los protagonistas por no haber hecho lo correcto, y la tercera tendrá que ver con la recomposición del honor de cada uno. Todo aquello que les permitirá vivir en paz.

El medico es un científico, un racionalista. Alguien que necesita saber la verdad y hacerse cargo de la misma. En un primer momento se siente acosado por la duda. Pero decide seguir adelante. No importa quedar implicado en ella. Por otra parte hay en él un sentimiento religioso. Eso lo hace sentir culpable. Necesita saber la verdad para encontrar la paz. Culpable o inocente, solo le importa la verdad.

El padre del niño es un obrero con poca educación, un impulsivo con más pasión que cerebro. Como padre sufre la pérdida del hijo y requiere una compensación inmediata. Esa compensación está más cerca de la venganza que del perdón. Su respuesta es física, no espiritual. No parará hasta obtener la satisfacción de la misma. No importa si después de ello encuentra la cárcel.

Ambos personajes caminan infiernos diferentes que conducen a un mismo lugar. Uno de la mano de la duda. El otro de una certeza infundada. Ambos se encuentran sumergidos en un mundo dominado por leyes escritas y no escritas donde ambos deben lidiar con personas que simplemente quieren sacarse problemas de encima. Es decir, la indiferencia. Para los forenses, el cuerpo del niño es un cadáver sobre el cual se debe determinar el origen de la muerte. Para el medico puedes ser una prueba irrefutable de su inocencia. Para el padre un cuerpo inerte que requiere justicia. Para el resto del mundo es una simple evidencia.

Es un film sobre “el hacerse cargo”, asumir la responsabilidad de los hechos, conocer la verdad, generar la justicia necesaria para que las partes encuentren la paz y el sosiego de las almas. Y también, un film que habla de nuestros propios mundos, aquellos que sostienen nuestra paz interior.

Como en toda película iraní que llega a nuestras costas, encontramos un film cuya belleza formal nos deja mudos. Con rasgos de tragedia griega, no solo cuenta con un guión muy sólido, un crescendo muy bien construido sin ningún tipo de baches en su desarrollo, sino también muy bien dirigido con un sentido de la austeridad que permite al director concentrarse en los dos personajes principales, manteniendo la coherencia narrativa a lo largo de todo el metraje.

Mención aparte para el dúo actoral. Dos capo laburos de Amir Aghaee como el Dr. Kaveh Nariman, y Navid Mohammadzadeh como Moosa, el padre del niño.

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