Tardíamente estrenada en Argentina (es un film de 2018) cuenta una historia sobre una posible amistad, pero especialmente, necesaria. Se trata de una amable comedia que se focaliza en la relación que establece un palestino y un guardián de un puesto fronterizo en Ramalah durante la guerra de los 7 días en 1967, uno de esos momentos clave del conflicto (victoria israelí, derrota árabe), percibida de forma polarizada por ambos bandos.
Salam es un
joven palestino que acaba de obtener su primer trabajo como escritor profesional
de una popular novela de la televisión
israelí. Tiene poca experiencia como autor. Además, la censura licua
todo intento de propaganda. Todo va bien hasta el momento en que los
patrocinadores del programa no acuerdan como debería terminar la temporada.
El film es una típica
comedia costumbrista que trata de mostrar
a través de sus dos personajes principales (el escritor y el custodia mencionados)
el estilo de vida y la posibilidad de convivencia, ciertamente forzada, de la nueva
clase media en Israel.
El film es también
una representación de la vida de las personas atrapadas en medio de un conflicto casi perenne, el israelí-palestino. Los
dos personajes principales se destacan por sus diferencias, pero lo notable es
que esas diferencias no son obstáculos para que entre ellos nazca una amistad.
Lo interesante
del caso es que esa amistad se desarrolla y se transforma en fuente de
inspiración del otro, lo cual salva las diferencias y los une en una amistad, que
justamente se desarrolla en el puesto fronterizo, un contexto árido que no
facilita las relaciones sociales aunque el desenvolvimiento de sus respectivas
acciones, siempre ocurren en un lugar muy particular: la garita fronteriza.
La escritura del guion y la actuación funcionan en conjunto creando
personajes primero antagónicos, luego amigos, desarrollando situaciones con los
que podemos identificarnos, generando risa sin dejar de lado la profundidad del
tema de la película. El film mantiene en todo momento su frescura y un tono de
alegría que lleva al positivismo, poder
pensar en la posibilidad de una convivencia, ello es establecer relaciones
amigables entre personas diferentes.
El film evita la parodia, aunque no deja de reconocer las diferencias.
Siempre mantiene el tono de comedia, mostrando sutilmente la realidad de
ciertas diferencias, aunque no discrimina metiéndose en lo político. Nunca se vuelve demasiado serio, o frívolo, o intente
agradar con una idea política, un partido político en particular, como tampoco se
desvía ni hacia la farsa satírica, y mucho menos, hacia lo frívolo.
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