sábado, 11 de marzo de 2023

EL IMPERIO DE LA LUZ de Sam Mendes

 EL MANDATO DE LOS SENTIMIENTOS

Podemos decir que Sam Mendes es un director consagrado. Ganador de un Oscar en 1999 por su trabajo de dirección en “Belleza Americana” (1999) y reconocido por otras obras importantes como el film bélico “1917” (2019), donde demostró su capacidad creativa generando una de las secuencias  bélicas más realista y aterradora de la historia del cine.

Ahora vuelve con otra película muy personal y trascendente donde logra registrar el mundo de los sentimientos que va más allá de la mera emoción, al dar vida a un grupo de personajes notablemente interpretados que escapa de la soledad yendo al cine.

En este nuevo film reflexiona sobre el cine mismo, sobre su destino, dando vida a una historia en torno a un cine de la costa inglesa donde un grupo de personas, algunos mayores y otros más jóvenes, continúan yendo a una sala de cine para disfrutar de una película.

Los motivos para ir al cine pueden ser diversos. Algunos lo harán para entretenerse, otros para olvidarse de los problemas de la vida, o para enterarse de cosas que pasan, o simplemente, ver una película, ficcional  o documental. No importará el género, ni la procedencia, ni los actores o directores. El público será constituido por un pequeño grupo que es fiel, fan del cine. Personas que se sienten encantadas de mirar una pantalla casi en soledad. Es una pequeña audiencia que disfruta de una narración creada por imágenes y sonido que suele fascinarlos, los convence de volver y les crea un hábito.

Paradójicamente, el film habla de un fenómeno extraño. Pareciera que el cine está muriendo, no obstante, existe una renovación de público. Sigue habiendo gente que continua yendo al cine. El cine sigue siendo algo fuera algo fuera de lo común. Tal vez no importan los actores, ni los directores, fotógrafos o músicos. Para esos espectadores, el cine es  inmortal. Ni la televisión ni Netflix pueden  cambiar el objetivo de ese “ir al cine” que solo tiene el objetivo de ver una película en una sala oscura con una pantalla grande.

El Imperio de la Luz no es solo eso. Va mucho más allá. Mendes es un director hábil y obviamente un cinéfilo natural. Su obra no solo rescata la vieja sala de cine sino que re vive los géneros y sobre todo a los personajes, sino crea seres ficcionales que son puro sentimiento, donde la existencia del otro no es una simple complejidad sino un compartimiento de sensaciones.

En su visión del cine, el público no es una masa. Cada espectador es un ser diferente que tiene sus propios gustos y sus propias referencias. No constituyen una cofradía ni mucho menos. Algunos de ellos son mayores, otros adultos, y muchos son jóvenes  dispuestos a descubrir el cine o que ya lo han descubierto y se han unido al grupo.

Con gran lucidez, Mendes se las arregla para construir en torno al cine una idea de la realidad, donde el público no solo es un espectador sino una persona con una vida real, que tienen sentimientos, sufre penurias, el día le sucede como a todos y donde la fantasía se encuentra en la oscuridad de la sala constituyendo un pasa tiempo que por otro lado, paradojicamnete, es manejado por una industria poderosa que marca pautas y costumbres.

En ese mundo, destacan particularmente los besos, las caricias, los abrazos, los odios, gestos de humanidad donde la gente busca a la gente compartiendo un espacio común, risas y lágrimas, dando fe que el cine no está muerto.

Cambiaran  los espacios, las salas, los proyectores, los actores, las actrices, los guionistas, los directores, los fotógrafos pero todo seguirá siendo ¨cine¨ y tan solo se reduce al gusto de ver una proyección de imágenes que ha determinada velocidad crea una ilusión de movimiento que sigue encantado a mucha gente.

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