En carrera hacia el premio Oscar 2023, con antecedentes
interesantes tales como Escondidos en
Brujas en 2008), y Tres Anuncios para un Crimen en 2017, esta película británica
del director irlandés Martin Mc Donagh, suena como firme candidata en la
carrera de los premios Oscar. Interpretada por el joven Collin Farrel y el
veterano Brendan Gleeson narra una historia simple sobre la amistad y el amor a
la tierra, a la vez, de la imperiosa necesidad de aceptar los cambios de época e
incluso, abandonar el terruño.
Dos amigos dejan de hablarse. Son vecinos. Uno joven y
otro viejo. El film narra sus vidas en una aldea de principios del siglo XX en
una región campesina de Irlanda. Los protagonistas llegan a un punto de
intersección donde saben que inexorablemente sus destinos se separarán debido
al paso del tiempo, el cambio de las costumbres, la tierra que se vuelve yerma,
y encima pone a prueba a sus habitantes. El cariño por el lugar que nos vio
nacer no basta. A veces, marca la necesidad de emigrar.
El viejo deja de saludar al joven como indicando que la
situación no da para más. La esperanza de vida disminuye, los recursos
escasean, y el abandono de la tierra se vuelve una necesidad para iniciar la
búsqueda de un nuevo destino. El joven sabe que debe irse. Pero le cuesta, no
se anima.
Parábola sobre la vida, narrada en el tiempo justo, sin
prisa pero sin pausa, el film del director inglés se transforma en una joyita,
una notable reflexión sobre la vida, el paso del tiempo, la necesidad de
crecer, de conocer otros horizontes, la obligación de tomar decisiones: irse
para probar suerte, y poder encontrar una nueva vida.
Contada con simpleza, los dos protagonistas toman
distancia, y se miran de reojo durante gran parte de la película. Ambos son
conscientes de su destino. El viejo sabe que tuvo la oportunidad, hizo su vida,
y solo le queda la satisfacción de ser un buen hombre. Hizo lo justo, crio sus
hijos, trabajó su tierra, cumplió con su destino. El joven es trabajador,
intuye que vive otros tiempos. Sabe que debe irse, tomar otro camino, crecer y
encontrar su propio destino. Se avecina una época diferente.
Los aciertos del
guionista y director son varios, uno de ellos es la simpleza de su
relato y la austeridad de la puesta en escena. El film se llena de miradas
expresivas que preanuncian un destino que inexorablemente cambiará el estado de
las cosas.
La gran puesta en escena tiene mucho que ver con las
notables actuaciones de sus dos actores principales, ambos contenidos donde importa menos lo que
hacen que lo que expresan. La escena final los encuentra juntos, mirando hacia
delante. Sus miradas perdidas en el horizonte lo dicen todo. La necesidad de
crecer, de vivir, de ganarse la vida, llegar a ser alguien.
El trabajo de cámara es también muy importante porque
marca el ritmo justo, tanto las pausas como la acción que lleva hacia delante.
Expresa permanentemente un devenir. El tiempo pasa, no para y suceden cosas. Es
el retrato de la vida misma.
Film personal, muy propio del director, es un relato
manejado con cierto estilo del absurdo que enfatiza en la relación de dos
vecinos, donde uno de ellos comienza a evitar al otro, sin ninguna causa
aparente, donde el silencio mismo mostrará una situación que ya no va más,
volviendo imperiosa esa necesidad de cambio, silenciosamente, posiblemente por
ese temor.
La edad de los dos protagonista marca también una
diferencia notable indicando que el más viejo intuye un cambio de época que
marca una necesidad, la de dejar el terruño y buscar un nuevo horizonte. El más
joven todavía no entiende lo que pasa. Pero el film, inteligentemente, se queda
en la mirada hacia el futuro de los dos protagonistas dejando que el espectador
saque sus propias conclusiones.
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