jueves, 18 de julio de 2024

LA MATRIARCA de Mathew J. Saville

 REENCUENTRO FAMILIAR

La matriarca es un film de personaje, donde brilla la gran actuación de una actriz inglesa llamada Charlotte Rampling, en una actuación sobresaliente de características más teatrales que cinematográficas, escrita y dirigida por Matthew J. Saville, quien desarrolla el encuentro entre un joven adolescente y su abuela, la cual siente que está cerca de su muerte.

Este film, producido en Nueva Zelanda, desarrolla un relato clásico de encuentro personal donde abuela y nieto perciben que ha llegado la hora de comunicarse, lo cual es mucho más que eso,  implica  comenzar a conocerse, disfrutar de la compañía del otro, y estar lo más cerca posible de ese ser que todavía no hemos terminado de conocer.

En este caso, se presenta como un sentimiento reciproco. Ambos perciben el momento. Uno porque sabe que pronto llegará el momento de su muerte. El otro, porque todavía apenas ha llegado a la adolescencia y no ha conocido a su abuela ni aprendido a disfrutar de la sabiduría  de esa mujer anciana.

La actuación de Rampling es excelente, una actriz que no requiere presentación  dado que su debut en el cine lo realizó de la mano de directores tales como Luchino Visconti Y Liliana Cavani en La caída de los dioses (1969), y, Portero de noche (1974), respectivamente. En su reciente actuación se muestra tan sencilla como sabia. Sabe que el público va a disfrutar de su actuación, y ella cumple con ese mandato dando vida a una mujer anciana en silla de ruedas pero de mucho carácter y consiente que lo que más le importa en este momento de su vida, es encontrar el amor de su nieto, un adolescente que se encuentra en el  otro extremo, el del despertar de la vida.

Ella ha viajado a Nueva Zelanda para pasar un tiempo junto a su hijo, con quien tiene una relación familiar lejana, y un nieto de 18 años que no conoce. En este último personaje, la Rampling encuentra su contrapeso que da comienzo a un film que se concentra en la lejanía de las relaciones familiares.

El director Mathew Saville sabe que tiene un buen guion y una pareja de actores muy sólidos. En consecuencia, deja que actúen y registra esa actuación para consolidar el material que más tarde, en la sala de montaje, le dará sentido final  a toda la obra.

El resultado es notable, conciso, coherente. Logra unir dos puntas de la vida con sabiduría,  actuando con espontaneidad  y logrando que ese joven y esa mujer (nieto y abuela) se encuentren en un momento crucial e inolvidable de sus vídas 

Ya hemos hablado de las actuaciones. Otro logro puntual es la calidad de la fotografía en manos del francés  Robin Galliegue. Acierta en el despliegue de primeros planos, combinando  con la repetición de planos generales de la campiña neozelandesa, buscando airear ese círculo cerrado que es un estado de situación familiar complicado, que  tratan de generar un rencuentro familiar que ponga las cosas en su lugar,  dentro de un clima de unión.

Ópera de cámara a campo abierto, pinta personajes y situaciones con honestidad, dejando de lado el golpe bajo y queriendo unir las puntas que permitan una ansiada reconciliación familiar.

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