EL TERRROR DE LA PAGINA EN BLANCO
Estamos ante uno de los grandes films de Roman Polanski, una película
muy personal que tangencialmente nos habla de los problemas que el propio
director está sufriendo como consecuencia de la orden de detención librada por
la Justicia Americana en relación a un viejo juicio por corrupción de menores
que obligo al director a exiliarse en Suiza. Vayamos a la trama.
Delphine Dayrieux (Emmanuelle Seigner) acaba de publicar su nuevo libro
que, a pocos días de su presentación, va camino a convertirse en un éxito de
ventas. Ha pasado toda la tarde firmando ejemplares en una librería en pleno
centro de París. Se siente cansada, casi agotada cuando de repente se le acerca
una mujer que dice llamarse Elle (Eva Green), una fan que la llena de elogios
expresándole admiración por su obra, y pidiéndole, obviamente, su firma en un
ejemplar.
Quién es esta mujer que se presenta sorpresivamente, dice conocer en
detalle la vida de la escritora e incluso vive frente a su propia casa. En la
aparición de esa misteriosa fan esta la primera llave de un misterio que
Polanski desentrañará pacientemente en un magnifico film de suspenso en el
mejor estilo del maestro Alfred Hitchcock.
El suspenso planteado por el realizador va más allá del habitual
encierro de la protagonista. Estamos ante una obra donde los personajes se
encuentran y rápidamente entablan una relación parecida a la amistad. ¿Pero
acaso esa amistad podrá permitir desentrañar el yo más íntimo de cada
personaje? Hay en ellos un deseo de penetración de carácter intelectual que los
mueve. Pero sus intenciones van en direcciones opuestas lo que transforma al
film en un gran duelo, una especie de western moderno en la que se debaten dos
mujeres maduras. Elle, como fan de una escritora, en la superficie desea saber
cuál será el tema de la próxima novela. Pero más allá, Elle esconde el íntimo
deseo de controlar a Delphine, imponerle qué escribir, y llegado el caso, tomar
su pluma, es decir, convertirse en una escritora fantasma.
La escritora, por su parte, no se acerca a Elle con una pura intención
de amistad. Quiere indagar en los deseos más íntimos de su fan porque entiende
que en ellos está el material que le servirá para desarrollar su próxima
novela. A esos hechos reales se refiere el título original de la película.
En esos deseos cruzados existe un conflicto básico de intereses. La
lucha que se plantea entre los personajes es la búsqueda de una supremacía que
determina el control de un personaje sobre el otro. Esta lucha es un de las
claves de la película y cambia en forma permanente dando lugar a un intento de
usurpación de una personalidad por otra. También podría pensarse que Elle es el
otro yo de Delphine que busca salir pero no puede para inspirar a la
escritora, radicando allí un conflicto de carácter permanente.
En otro nivel de lectura, el film permite una reflexión sobre el éxito
del escritor, planteando el stress que provoca la creación artística cuando la
misma está sujeta al éxito económico. Ante el éxito, las editoriales obligan al
escritor a seguir escribiendo, aún sin tema o inspiración. Ni bien
termina una obra le exijan comenzar otra. Es decir, tratar que el
éxito comercial se perpetúe, estresando al escritor, e incluso prostituyendo la
actividad intelectual y dando lugar a la aparición de los mencionados
escritores fantasma, aquéllos que escriben por cuenta de otro o con un alias
especialmente creado para poder dar volumen a una serie o una biblioteca que a
partir de una idea de marketing garanticen el éxito de ventas.
Adaptada por el propio Polanski y Oliver Assayas sobre el libro original
de Delphine de Vigan, Polanski vuelve subrepticiamente a la idea del escritor
fantasma porque él mismo se ha transformado en el “director fantasma”, dado que
acorralado por sus problemas legales, debe recurrir a ellos para poder terminar
de filmar escenas cuya libertad restringida le impide realizar. Unos años atrás,
Polanski ya había realizado un thriller con Pierre Brosnan con este tema, que
parece convertirse ahora en otra de sus obsesiones. Debemos recordar que existe
una orden de captura internacional por parte de la Justicia Americana que pesa
sobre su persona. Salir de Suiza implica su inmediata detención policial.
En Basado en Hechos Reales aparece toda la prolijidad narrativa, la
elegancia del cine de Polanski, su delicadeza, la majestuosidad de su puesta en
escena, la cadencia de su ritmo narrativo, sus atmósferas siempre tensionadas, los
personajes llenos de misterios. Ello ubica a su último trabajo entre sus
películas importantes, aun cuando los problemas mencionados, han debido encerrar
necesariamente las escenas de la película más allá de la necesidad estética.
Los notable trabajos de su dos grandes actrices protagónicas, la
maravillosa fotografía apastelada de Pawel Edelman que retrata una Paris
invernal siempre nublado que contribuye al encierro del relato, como así
también el trabajo minucioso de Montaje de Margot Meynier y la excelencia de
ese músico irremplazable que es Alexander Displat, último ganador del Oscar por
su trabajo en La Forma del Agua, que sabe cómo nadie crear climas
cinematográficamente puros, da lugar a que recomiende la visión de este film.
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