UN VIAJE HACIA LA NADA
High Life comienza con tomas que simula un edén antes de
mostrar que estamos viendo el jardín en una nave espacial donde todo es artificial
y manejado por la tecnología. Entonces se escucha a un bebé llorando. Esta
apertura, que mezcla botánica, tecnología y biología y que terminará aludiendo
a la religión define a la nueva película de Claire Denis.
El film tiene lugar en una nave espacial que viaja más allá
del sistema solar hacia un agujero negro en un futuro muy parecido al presente
cuya misión es buscar una nueva fuente de energía. En su interior alberga una
médica y un grupo de delincuentes que han aceptado una misión en el espacio
para convertirse en sujetos de un experimento de reproducción humana con el
propósito de cumplir su condena. La nave se encuentra en una situación extrema
después que una tormenta de rayos cósmicos ha provocado daños en su estructura.
Con imágenes inquietantes y a través de una narrativa basada
en flashbacks no cronológicos, dentro de un espacio cerrado y una atmósfera
tensa y opresiva, la trama reflexiona en torno a la violencia, el impulso sexual,
y la reproducción humana. Hay en el film dos personajes centrales: Monte
(Pattinson) que viaja acompañado de su pequeña hija Willow (Scarlett Lindsey),
es un preso condenado a muerte que se aferra a la vida para salvar a su hija.
El otro es Dibs (Juliette Binoche), una científica que parece solo preocupada
por cosechar el semen de Monte para inseminar a una de las hembras más jóvenes
con el propósito de lograr un embarazo perfecto que presumiblemente genere un
ser que mejore la especie.
Estas imágenes parecen encerrar una idea
religiosa relacionada con la llamada de Dios. Se piensa que esa llamada tiene
que ver con encomendarnos una misión. A esa misión la religión la denomina
vocación. Y la primera vocación que el hombre recibe de parte de Dios es la preservación
de la vida. Las siguientes llamadas obedecen siempre a la idea de dirigir
nuestros pasos por el camino del bien.
No obstante, en la película, no queda claro cuál es el
propósito final de la misión toda vez que se encuentran atravesando un agujero
negro del cual presumiblemente, no tienen salida. De ser así, tanto la nave
como sus pasajeros se encontrarían en un viaje hacia la nada.
Con la invalorable ayuda del fotógrafo Yorick Le Saux y del
guionista Jean Paul Fargeau, el film puede ser cómodamente clasificado dentro
del género de la ciencia ficción. Su factura tiene más influencias de 2001:
Odisea del Espacio de Stanley Kubrick (1968) y Solaris de Andrei Tarkovsky (1972),
que del Alien (1979) de Ridley Scott y absolutamente nada de cualquier otra
obra de este rubro.
Los eventos que presenta el film se muestran fragmentados, ocurriendo
entre el pasado y el presente sin señales claras que indiquen el cambio de
tiempo. Tampoco hay una estructura narrativa lineal, ni un clímax, ni una
resolución de lo visto sino solo el relato de un momento que tampoco responde a
nuestro tiempo.
Por otro lado, encontramos algunas ideas que llaman a
nuestra reflexión sobre el presente relacionadas a tomar conciencia que no nos
queda mucho tiempo para salvar el planeta como así también la necesidad de
controlar la natalidad en un medio donde nuestros anhelos sexuales e impulsos
de procrear terminan prevaleciendo sobre el contrato social generando
sociedades con un alto nivel de conflictividad.
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