viernes, 22 de diciembre de 2023

 VENGANZA SILENCIOSA de John Woo

LA JUSTICIA PROPIA

La justicia es la satisfacción que se toma del agravio o daño recibidos. Los países organizados creen en ella. Es uno de los poderes del Estado, ello es el poder Judicial, el cual garantiza el derecho de igualdad de los habitantes de un país.

Pero existen otras miradas, no regidas por la ley sino por los sentimientos, que consideran que el agraviado pudo haber sido lastimado en lo más íntimo, en lo más querido, y en consecuencia, la legalidad no responde al sentimiento de justicia que recibe el ofendido.

Ello genera una necesidad de justicia particular, fuera de los órganos legales, que se materializa comúnmente por el denominado uso de la mano propia. A esa manera de justicia, se le llama venganza.

John Woo, el afamado director chino de súper acción, hongkonés para ser exactos, está de vuelta con este film simple y riguroso, moderno, entretenido, un trabajo de montaje armado en una moviola, es una película que adquiere ritmo hecha corte tras corte, avance por avance, que narra una simple venganza que encierra la necesidad de hacer justicia por mano propia.

Es que no toda ofensa puede ser perdonada. La víctima de una agresión a veces, no sobrevive a la misma. Sus consecuencias son absolutamente personales, singulares.

Para poder dar paz a su vida un hombre busca venganza. A ese  alguien le han quitado lo más querido, es decir un hijo de tres años, el cual ha sido alcanzado por una bala perdida en medio de una balacera entre patotas.

La película toda se concentra en esa noche de venganza, que después de haber velado a su hijo, el hombre sale desesperado a buscar en las calles desiertas aquellos delincuentes que le han quitado la vida. La desesperación de ese hombre no tiene límites. Su decisión es vengarse. Vaga por horas durante toda la noche en la búsqueda del asesino. Hasta que por fin da con ellos.

El film huele a una de las primeras obras de Bronson, tales como  El Vengador Nocturno, en versión actualizada. En manos del maestro  hongkonés, el film se transforma en un ejercicio de estilo de un cine muy moderno que hace brillar a un policial resuelto en una moviola, donde el montaje adquiere rápidamente velocidad determinando el ritmo de la película.

El género policial se ve agradecido dado que el film adquiere un ritmo frenético que retiene al espectador en su butaca, obvia el minimalismo de la propuesta, rescata el sentido de entretenimiento, la acción no para nunca y el espectador sale del cine satisfecho porque acaba de ver un film de un gran maestro, aunque intuya el resultado desde el principio.

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