A una
semana del estreno, las nuevas andanzas de Guasón han determinado un fracaso de
taquilla que parece ya irremediable. Puede pasar. Es muy probable que esté más
ligado con una decepción prematura de una audiencia exigente que a una
realidad, pero lo cierto es que cuando el de boca en boca corre adversamente,
es difícil de mantener el control de la taquilla.
Existen
al menos, dos tipos de cines. El cine comercial y el Cine de Arte. Lo es uno, o
lo es otro, pero obtener las dos cosas al mismo tiempo es un logro difícil. El
fracaso de taquilla que acaba de cosechar Joker 2 posiblemente tiene más que
ver con un exceso de pretensiones que determina un film que aspira a tantas
cosas que no se atreve por ser una cosa ni la otra. En otras palabras, no
satisface ni al público infantil ni tampoco, a sus mayores.
El
director Todd Philips parece tenerlo todo. Un muy buen elenco encabezado por Joaquín
Phoenix, y Lady Gaga, y además, un productor y director que minimizaba los
riesgos artísticos. El proyecto no podía fallar. Sin embargo, sorpresivamente, la
taquilla le dio la vuelta a la cara.
La
película no solo resulta reiterativa sino que se transforma en vacía e
insignificante. Philips, también productor del film, pone toda la carne al
asador y se deja despellejar sin anestesia. El gran error en que cae es haber
creído que estaba realizando un proyecto para toda la familia cuando solo
estaba filmando una simple secuela para niños. Con el propósito de ganar la
taquilla adulta, ha olvidado que su propósito final es el de una película para
niños.
Consecuencia
de ello, los aspectos técnicos y estéticos, comienzan a tener más importancia
que los argumentales, y en consecuencia, el film se regodea en la originalidad
de una puesta en escena casi
deslumbrante mientras a la vez que el argumento se diluye en la intrascendencia,
rozando la incomunicación su platea. Lo argumental no logra comunicar la
historia que relata. No logra interesar al espectador porque los regodeos formales pierden no solo la forma sino sobre todo,
la línea argumental, y en consecuencia, la película queda a la deriva.
Por
otro lado, el film no parece estar orientado a los niños sino más bien, a los
adolescentes. Ese ha sido un error de producción relevante
toda vez que por largos momentos parece estar simplemente exponiendo una
pintura que adquiere movimiento pero olvida su esencia narrativa.
Detrás
de todo ello, los objetivos del film eran satisfacer tanto al público infantil tanto
como al adolescente e incluso, al adulto. Lejos de ello, el film se estanca en
el regodeo estético perdiendo en el camino el objetivo principal que es el
entretenimiento de los niños.
El
film resulta una pena porque llegar objetivamente a ambos públicos debería ser
el target principal de la propuesta. Lejos de ello, el film se queda en lo
puramente exterior sin aportar absolutamente nada a sus antecesoras, como
tampoco logra entusiasmar a los adultos. Para Todd Philips, director y
productor del film, el fracaso es doble.
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