Es un film diferente, eso le suma a favor, pero cierto
toque surrealista la vuelve monótona e
intrascendente más allá de la formas, donde la película brilla por su
formalidad olvidando que está contando una historia.
Más allá de su exhibición
formal, el film cae reiteradamente en baches que vuelven al film
complejo, que logra ser sostenido únicamente por su rigurosidad formal. Por
momentos transitan escenas de tipo realista, en otros, se vuelve repentinamente
sub realista. No obstante, va más allá y destaca por el uso de sonidos que oscilan, en
otros, lo onírico.
Lamentablemente, la película se queda en eso, una especie
de nada, olvidando enteramente la emoción, esa búsqueda de empatía donde el desarrollo
de personajes nunca llega a la
credibilidad.
Los personajes de la película son insólitos, desprecian
la realidad y se expresan a través de diálogos poéticos que poco agregan al
desarrollo de una trama convencional o de una idea que vaya más allá de las formas de contar una
historia.
Remo Manfredini (Pérez
Biscayart) es un ídolo del turf pero se está volviendo viejo, El consumo alcohol
le provocan crecientes accidentes en las carreras que terminan en su internación
hospitalaria. Ahora comienza a tener una rival. Ella es Abril, una jocketa joven
y novia de Remo, que en su mejor momento
queda embarazada y no sabe si continuar con la gestación.
El punto débil del film es que parece más orientado a lo visual
que al contenido, a tal punto que la
idea principal fuera lograr un film puramente estético pero sin contenido, como
si las formas se impusieran sobre los contenidos, y ello condujera simplemente
a un disfrute visual derivado de las imágenes más que por contenido de los
mensajes.
No obstante, el sentido de lo estético se mantiene durante todo el film
y en ello encuentra que hay más cuidado en la forma que en el contenido. Las
luces y las sombras, más allá de la sobriedad de los colores usados, van de lo
opaco hacia lo luminoso, como si la complejidad de una carrera de caballos
pusiera el ritmo adecuado al drama de la angustia que genera el aguante del caballo y su lugar de llegada,
Obviamente, la
película resulta extraña, no es lineal
ni de fácil interpretación, pero está dirigida con destreza narrativa lo
cual logra no solo enganchar al espectador sino también, sobre todo por la
descripción de un mundo muy particular como es el del hipismo y sobretodo el de las apuestas. Refleja
un mundo hostil, donde la competencia oprime y devora a las personas, y
el hombre explota al animal en la competencia, más allá de las pasiones
turfisticas.
“El Jockey” será la película que representará a la
Argentina en la próxima entrega de los Oscar. Está narrada con muy buen tacto.
Se introduce tanto en lo onírico como en
el sub realismo, sin dejar de lado el acompañamiento de una excelente banda
sonora, y sobre todo de una excelente fotografía.
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