viernes, 9 de febrero de 2018

15:17 TREN A PARIS de Clint Eastwood

LOS HEROES ANÓNIMOS

Clint Eastwood es el más grande director norteamericano con vida. Un hombre cuya trayectoria comenzó en la televisión protagonizando series y que más tarde se transformó en el actor de cine más taquillero de su época. Después de un corto paso por Italia donde se constituye en el actor por antonomasia de los “espagueti westerns”, es dirigido casi consecutivamente por dos de sus más influyentes maestros: Sergio Leone y Donald Siegel, accediendo más tarde a dirigir sus propias películas.

El cine de Eastwood abreva en el más puro clasicismo americano, el de los padres fundadores del western como John Ford y Howard Hawks. Por clasicismo entiendo el mantenimiento de las formas y la prevalencia de la historia como columna vertebral de la película. El director moderniza aquel cine, lo actualiza, poniendo énfasis no solo en el cómo contar la historia sino transforma al hombre, al ser humano como actor absoluto en el imperio de la realidad. Esa idea de recreación de la realidad lo lleva esta vez a un extremo en la que los mismos actores de la realidad ocurrida son los actores de la película que recrea Eastwood.

Mi primera visión de Tren a Paris me dejó sabor a poca cosa, como que el maestro se tomó más tiempo que el necesario para describir personajes desde su infancia hasta su adultez para finalmente convertirlos en héroes casuales. A pesar de ello, inevitablemente, salimos del cine pensando sobre lo que hemos visto, una nueva vuelta de tuerca sobre los héroes circunstanciales: Sully el año pasado, Chris Kile en El Francotirador, su propio Walt Kowalsky de Gran Torino, ni que hablar de su Bill Muny de Los Imperdonables.
Cuando repasamos lo que hemos visto, rearmamos la película, y comenzamos a reflexionar, vemos las cosas de otra manera. La historia de Eastwood nos remite a un hecho real, un atentado en un tren en pleno viaje de Ámsterdam a Paris. Pero también nos cuenta la historia de un trio de héroes anónimos. 

La película de Eastwood nos señala que vivimos bajo un estado de amenaza y que no siempre los Estados tienen la capacidad absoluta para protegernos de terroristas individuales que aparecen de la nada como fantasmas con la intención de hacer el mal. El film no habla directamente de terrorismo, mucho menos de política. Por el contrario, lo muestra como un hecho casual ante un estado de indefensión absoluta que se haya en expansión y que se aleja cada vez más fuera del control del Estado.

En esa situación, describe la vida de tres jóvenes americanos, incluso algunos de ellos con problemas de conducta como el déficit de atención escolar cuando eran niños, a los cuales les cuesta pasar las metas regulares de enseñanza, y más tarde incorporarse a la vida laboral.  No obstante, ellos serán los héroes de la película.

Acá es donde el maestro nos deja pensando. La garantía de seguridad por parte de los Estados ha desaparecido. El terrorismo ataca como un fantasma. Busca crear el caos y la confusión. De repente, aparecen los héroes anónimos. Ellos, y no las fuerzas de seguridad, terminan enfrentando al mal.

El discurso de Eastwood no es político. Es filosófico. Su film no busca razones ni interpretaciones de la realidad. Es seco y contundente. A toda acción le corresponde una reacción. Dicha reacción, comienza a ser espontanea. Responde al propio instinto de supervivencia dado el carácter fantasmal de la amenaza.  Cada cual reaccionará como pueda. Estamos volviendo a los viejos tiempos del Far West donde imperaba la ley del revólver y las personas se transformaban en leyendas.

El viaje en tren de Ámsterdam a Paris será un infierno para unos, y una gloria circunstancial y efímera para otros. Son los tiempos que nos tocan vivir, reflexiona el viejo maestro. El enemigo es invisible y está al acecho. La autoridad del Estado no alcanza para combatir una amenaza que ha dejado de ser frontal para convertirse en fantasma.


La película rescata una situación paradojal. Niños con déficit de atención, adolescentes solitarios con trastornos de conducta, adultos a los que les cuesta insertarse en el ámbito laboral, terminan transformándose en héroes como consecuencia de un hecho terrorista del cual salen ilesos. La misma sociedad que los rechaza, los transforma en celebridades. ¿Cuáles son los valores, las destrezas que aplican a la actual sociedad? El final con la condecoración de los héroes en el Palacio del Eliseo en Paris, vestidos como turistas fuera de todo protocolo, nos habla claramente que muchas más cosas que las que pensamos están cambiando seriamente aunque no todo parece conducir a generar condiciones de vida para un mundo mejor. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario