ODIO… NADA MAS QUE ODIO
La acción transcurre en Jerusalén, la ciudad santa, cuna de
tres religiones. Sarah es una mujer judía, casada con un policía. Ambos son
padres de una hija pequeña. Es propietaria de un café al paso que atiende junto
a una socia todos los días. Saleem es un palestino, casado con Bisan, con el
que tiene un hijo. Tiene un trabajo precario, ha conseguido furgón un reparto
por el cual abastece a Sarah de café todas las mañanas. El conflicto estalla
cuando ambos comienzan a tener un affaire con visos de pasión descontrolada.
Una noche Saleen tiene que ir a Belem. Sarah le pide que la
lleve con él. En Belem toman unas copas. De pronto, aparece un hombre que
invita a bailar a Sarah. Saleem, celoso, discute con el desconocido y se
pelean. Saleen es golpeado y vuelve a la madrugada a Jerusalén. El resto de la
historia es una telaraña de pasiones en la que aparecen las bajezas más
descalificantes.
Esta pequeña introducción nos pone de frente a un conflicto
permanente, una película apasionante que no solo relata una historia de amor sino
también el cuento de nunca acabar que enfrenta a dos pueblos vecinos donde
impera el odio del uno contra el otro atentando contra toda posibilidad de
convivencia y felicidad. Lo interesante del film es que explora todas las
posibilidades. Muestra todas las puertas, pero en ninguna de ellas encuentra la
salida.
Narrada como un policial con forma de comedia negra, con
grandes dosis de humor donde una detención adquiere ribetes de secuestro y lo
absurdo se impone con naturalidad sobre lo racional y el sentido común, un
simple affaire entre un hombre y una mujer no solo termina en un drama de
proporciones sino también se transforma en una cabal muestra de un estado de
situación desesperante gobernada por el odio y la irracionalidad.
No obstante ello, la película va más allá. Habla y muestra la
situación en medio oriente, particularmente en Jerusalén, donde conviven
católicos, judíos y musulmanes. El film muestra una situación donde la mujer
del siglo XXI no solo es ignorada como persona sino también reducida a una
propiedad que le impide actuar, y sobre todo, pensar como una persona libre. Lo
peor de esa situación es que la propia mujer esta condicionada por sus propios
atavismos que le impiden pensar y desarrollarse, incluso teniendo acceso a una
educación superior.
Gobernados por el odio, sumergidos en una violencia
cotidiana que atenta claramente sobre sus libertades individuales, donde se han
construido muros internos y aduanas interiores, la historia de Sarah y Saleen
sorprende porque deja en claro que la cuestión árabe - israelí va más alá de la
cuestión terrorista caracterizada por el atentado para transformarse en una
cuestión cotidiana regida por la sinrazón.
El film grafica los hechos a través de una simplificación.
Una historia donde una traición marital genera una simple cuestión de celos que
deja salir a la luz los atavismos más impúdicos de ambas partes.
En un año donde hemos extrañado al cine americano, donde el
cine argentino no ha pasado a mayores, el europeo ha estado casi ausente, el
cine de medio oriente se ha convertido en una excelente opción de
entretenimiento e interés temático. Películas como El Repostero de Berlín,
Invitación de Boda, Muerte en el Cairo,
El Enemigo Interior e Insulto se han llevado mis más importantes elogios por
ser muestras de un cine con temática interesante con un desarrollo entretenido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario