domingo, 17 de octubre de 2021

SIN TIEMPO PARA MORIR de Cary Joji Fukunaga

 

UN BOND INVERNAL

La vuelta de James Bond, a quien sigo con fidelidad desde mis 12 años cuando vi por primera vez Dedos de Oro, es una decepción grande. Sin Tiempo para Morir, la nueva entrega de la zaga, es un traspié dado que se trata de una de las películas menos lograda de toda la serie. Por otro lado, es la despedida  de un actor, Daniel Craig, decidido a migrar hacia otro tipo de cine con el propósito de no encasillarse en un papel y poder tener una mayor libertad actoral.

El problema del film es que su estructura episódica se transforma en un rompecabezas que resulta inmanejable al director americano Cary Fukunaga dado que nunca encuentra el ritmo ni el tono de la película, la cual navega entre el drama  y el film de acción, traicionando este último aspecto, el que siempre ha caracterizado a la saga Bond. El drama se apoderará de la película en la mismísima escena previa a los títulos haciendo presagiar el resultado obtenido. El intríngulis planteado por los guionistas parece una despedida anticipada, y el clásico film de Bond queda a la deriva entre el drama y la acción.

Debo remitirme al pasado. En Noviembre de 2012, cuando se estrenaba Skyfall, en estas mismas páginas escribí: - “No es descabellado afirmar que Skyfall puede llegar a ser la mejor película de la serie Bond. Al menos, es el film más denso y complicado de todas ellas en cuanto argumento, es el más pretencioso en términos estéticos y estilísticos, y es el más ambicioso en términos de producción.”

En la película siguiente (Spectre), el meollo dramático quedaba encerrado en dos Mcguffins, una foto de dos niños tomados de la mano de un hombre en una montaña en Suiza (que  M deja en Skyfall), y un extraño anillo cuyo portador (Marco Sciarra), era un criminal muerto por Bond. Aquello cuestiona tanto el pasado como el futuro de Bond. La línea que se dirige al pasado y ocupa la mayor parte del relato, está orientada a establecer la extraña relación que Bond tuvo con el villano Franz Oberhauser, devenido en principal miembro de la Organización Spectre. La segunda línea está orientada hacia el futuro, y pone en duda la función de los agentes doble cero y la necesidad de licencia para matar dado que la inteligencia artificial puede constituirse en un perfecto sustituto de los mismos con un costo de vidas humanas infinitamente inferior. 

Sin Tiempo para Morir parecería querer desarrollar esta segunda dirección. La escena inicial transcurre en Suiza donde está su mujer y su hija. A ese lugar ha llegado un miembro de Spectre, con intenciones de matar. Bond ha sido padre, es perseguido por la organización criminal, y ya no cuenta con licencia para matar. Ya no es un 007. 

Las escenas finales en el jardín de Lyutsifer Safin (un inexpresivo Rami Malek) dan una idea sobre plantas venenosas que podrían alimentar un tipo de virus altamente virulento para la salud humana con el cual la organización Espectro podría llegar a dominar el mundo. Obviamente, Safin infecta a Bond con una cepa del virus Heracles y queda condenado a la muerte. Cualquier parecido con la realidad de nuestro mundo es pura coincidencia. 

En definitiva, como en todo Bond, lo que termina prevaleciendo es el vértigo en estado puro aunque al director Fukunaga le cuesta bastante ordenar el caótico material que le han servido los guionistas. Para ello se toma dos horas y cuarenta y cinco minutos que lejos de lograr una obra magnifica, deja interrogantes sin resolver. En todo el film hay demasiados cabos sueltos.  El resultado no es la película que esperaba. Obviamente cumple con la mayoría de las pautas “Bond”: Tiene acción y de la buena, momentos sorprendentemente dramáticos, suspenso y una buena historia, tal vez algo desordenada, pero entretenida y nos vuelve a mostrar un Bond humano, que va más allá de la maqueta. Lo negativo del film es que resulta demasiado largo, y genera una especie de contradicción entre una historia que pretende humanizar cada vez más al personaje, pero no lo deja salir del molde ni de la violencia descontrolada cayendo en el caos reinante

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