EN CINES
Undine es una mujer joven que trabaja como historiadora
dando conferencias sobre el desarrollo urbano de Berlín. Pero cuando el hombre
que ama la abandona, el antiguo mito la alcanza. Undine tiene que matar al
hombre que la traiciona para poder volver a su medio, el agua.
El director alemán Christian Petzold elige
el melodrama
para contar bajo la forma de un policial negro una versión moderna de aquella
vieja leyenda medieval. Undine era la clásica mujer abandonada por su
amante, quien la deja por otra mujer. Ella reacciona y lo amenaza de muerte,
pero él hace caso omiso.
El tiempo pasa. La Undine actual
conocerá a otro hombre. Su nuevo amor será Cristoph. Al terminar una cena e
intentar salir de un restaurant, otra vez sucede el milagro: estalla frente a
ellos una enorme pecera de cristal que contenía a un acuario. La leyenda se
vuelve realidad. Vuelve a nacer un romance. El destino de Undine está escrito.
Su futuro ocurrirá como tal, y su mundo se derribará.
En sus films anteriores (Barbara, Ave
Fénix y Transit), Petzold incursionó en el melodrama,
historias de amores imposibles, reprimidos casi siempre por circunstancias
políticas. Pero Undine, su nueva
película, acude a la tragedia griega, inspirándose justamente en
Ondina, la vengativa ninfa griega de las aguas, y la lleva a la actualidad
transformándola en una mezcla de
drama y fantasía que sirve de base a un romance parecido a una tragedia griega,
en nuestra época, una historia de amor, dolor y muerte.
Petzold es un
cineasta moderno. Le gusta mezclar tiempos y géneros, y en general, sus obras despiertan
el interés del espectador. Su película es apasionante, un policial negro que transcurre
en Berlín actual. La ciudad cobra tanto protagonismo como sus personajes,
interpretados por Franz Rogowski y Paula Beer. Y su fuente de inspiración
parece proveer de esos mismos lagos y
pantanos sobre los que fue construida dicha ciudad alrededor del siglo XIII,
que por otra parte, son los que dan lugar al tema de las conferencias que realiza Undine,
la joven protagonista que da título a la película.
Tal como establece
la leyenda, Undine (Beer) no acepta términos medios: reclama para sí un amor
total, absoluto, incondicional. Y si no es así, ella mata a quien le desobedece.
Un amor condicionado. Así lo dice y así lo ejecuta.
Undine conocerá
a Christoph (Rogowski) y se enamorará de él. Christoph es buzo, y su trabajo
está en las profundidades de los lagos. Ella se enamora de Christoph. Cree que
este nuevo amor le podrá cambiar su destino, pero no le cambiará su naturaleza.
La habilidad
de Christian Petzold, hoy el más interesante director alemán, le permite contar
una historia de amor romántico como si fuera un thriller y, a la vez, hacer un
film fantástico que no deja de ser político en su cuestionamiento al modo en el
que la ciudad de Berlín borra permanentemente las huellas de su pasado para
poder reconstruirse. Todo quedará atrás.
El film no
tiene desperdicio. Es tan entretenido como interesante. Está muy bien
construido y se solventa con las convincentes actuaciones de Rogoswki y Beer.
Ni hablar de la fotografía en blanco y negro que remite a los mismos principios
del cine alemán. La pantalla se llena de luces y sombras y el expresionismo
vuelve a estar entre nosotros.
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