viernes, 29 de octubre de 2021

RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS de Celine Sciamma

 LA PASION Y EL AMOR

Pocas veces el cine ha encarado el tema de la homosexualidad con tanta altura. Este film de la escritora y directora francesa Celine Sciamma lo hace dejando de lado todo tipo de prejuicio, de manera franca y abierta, lo cual le permite narrar con total libertad y honestidad una historia que ocurre más de 200 años atrás, lo cual, nos hace reflexionar sobre un tema complicado y ciertamente tabú durante mucho tiempo. Nos habla en forma clara de aquello de lo cual no se habla.

Responsable de una interesante carrera cinematográfica donde ha asumido tanto responsabilidades como directora, escritora y productora, Celine Sciamma es conocida por una filmografía donde destacan películas como Water Lillies (2007), Tomboy (2011), La Banda de las Chicas (2014), además de otros cortometrajes.

El estreno de Retrato de una Mujer en Llamas la ha colocado en un sitio de privilegio toda vez que su film ganó la Palma Queer en Cannes, convirtiéndose en la primera película dirigida por una mujer en ganar ese premio. Sciamma también ganó el premio al Mejor Guión.

El film nos lleva a la Francia de 1770. Marianne (Noémie Merlant), una pintora, recibe el encargo de una condesa de realizar el retrato de bodas de su hija Héloïse (Adele Haenel), una joven que acaba de abandonar la vida en un  convento para ser casada pero que íntimamente tiene serias dudas respecto a su próximo matrimonio. Marianne tiene que retratarla sin su conocimiento, por lo que se dedica a investigarla pero en forma casi clandestina, casi espiándola.

Sciamma, a partir de su propio guión, construye el film con pequeñas escenas, valiéndose de las miradas, de silencios significativos, la oscuridad de los claustros de un convento, los pasillos laberinticos, una costa rocosa y acantilada vecina al convento, un mar siempre abierto y desafiante. Todos estos elementos, poco a poco, se van aliando y tornando, cada vez, más significativos.

El film resulta una mirada íntima y feminista sobre la sexualidad de una mujer que, en cada escena avanza hacia lo que no se quiere decir, lo que se debe esconder, lo tabú, lo políticamente incorrecto. La notable narración de Sciamma comienza rápidamente a tener una claridad meridiana. La intimidad comienza a desnudar la verdad. Los personajes se muestran tal cual son, desnudando tanto su personalidad como sus deseos más íntimos.

El film es como un tren que avanza en la noche, con muchos silencios significativos, vigías clandestinas, dando lugar a la aparición de preconceptos y tabúes escondidos, que la notable guionista y directora Céline Sciamma va revelando paulatinamente, haciéndolo participe al espectador. Su notable manejo cinematográfico le permite terminar siendo la dueña de las palabras, de los silencios, de las tensiones, de las alegrías, de la satisfacciones, y del rompimiento de estructuras que han venido impidiendo el desarrollo del propio yo de su personaje. En consecuencia, logra poner en escena un film valiente, pero sobretodo, audaz, respetuoso,  adulto, donde lo que destaca son las imágenes y los sonidos en un marco de absoluta austeridad que siempre da lugar a los significados. Cine en estado puro.

El cine de Sciamma logra narrar una compleja relación en la cual, lo que más importa, es el descubrimiento y la aceptación de una identidad sexual, logrando una compleja y profunda narración, donde todo cuenta, nada sobra y nada falta, lo cual hace de su visión una experiencia interesante porque no solo está bien construido y es comprensible, sino también permite apreciar un tema delicado desde un punto de vista diferente.

Retrato de una Mujer en Llamas resulta un film notable, muy bien realizado, actuado, y sobre todo, muy bien dirigido. La complejidad del relato se rebela claramente escena tras escena, lo cual va permitiendo que todo fluya de una manera tal que nos permite interpretar que todo es una simple cuestión de elección, más allá de nuestra apariencia femenina o masculina.

Los rubros técnicos son todos de primera línea. La fotografía de Claire Mathon, las interpretaciones de Noémie Merlant (Marinne) y Adèle Haenel (Héloïse), la precisión del guión de la propia directora, el ritmo pausado del inicio que se convierte en un constante crescendo, crean un clima de gran sensibilidad siempre en función de un tema que nos lleva a la reflexión, nos permite una mirada sobre la opresión femenina, como también la relación entre la artista y su obra.

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