viernes, 16 de marzo de 2018

EL HILO FANTASMA de Paul Thomas Anderson



SOBRE EL PASO DEL TIEMPO Y LOS CAMBIOS

El film es la historia sobre un modisto inglés, a mediados de los 50, cuyo argumento puede ser analizado desde diferentes ángulos que abarcan tanto lo social como político, e incluso lo psicológico.

En primer término se trata de una delicada reflexión sobre el arte y la soledad del artista. De cómo la moda marca una época, y de cómo un hombre es capaz de transformar el gusto de la gente a través del arte. Pero también hay algo más tangible, más concreto. Estamos ante un análisis de la evolución política y social inglesa, sus grandes cambios en un momento dado de la historia, aquellos que transcurren ente fines de los 40 y principios de los 50.

Se trata de la descripción de un hombre solitario, un tal Reynolds Woodcock, interpretado por Daniel Day Lewis, que vive con su hermana Cyril (Leslie Manville), encerrado en una casa taller de un barrio de Londres donde pasa la mayor parte de su vida diseñando y realizando vestidos que hacen sentir su influencia sobre la clase alta y la realeza. Pero lo de Reynolds no es simplemente la tarea de un modisto o de un sastre. Reynolds es un artista que impone tendencias. Una especie de rey que se acerca a una deidad en el mundo de la moda.

Resulta muy interesante la idea de cómo un hombre solitario, alguien que vive en su mansión alejado del mundanal ruido, es capaz de imponer cambios en los gustos sociales a través de sus trabajo. Es que en el propio taller de Reynolds se respeta un orden jerárquico tradicional, el orden victoriano de la misma sociedad inglesa con Reynolds como cabeza visible, mientras su hermana Cyril se encarga de la confección, la administración y manutención de la clientela. Esa situación es un paralelismo del orden imperante. Reynolds es el Rey mientras que su hermana es la Primer Ministro. Dentro de esa organización, 
Reynolds opera, además, como una deidad a la que todos le rinden tributo y adoración.

Todo este orden se altera de repente cuando aparece en su vida otra mujer, Alma (Vicky Crieps), una camarera de un bar, de una condición social menor. Esa muchacha de clase baja de la cual Reynolds se enamora idílicamente es el pueblo. Con ella mantendrá una relación muy particular. La llevará a vivir a su casa e incluso le dará diversas tareas dentro del taller de costura. Pero habitarán en cuartos separados y Alma disputará con Cyril el control de la casa y del negocio. Es el momento en que el laborismo ingles derrota a Churchill, y los paralelismos observan que Inglaterra pierde su supremacía en el mundo y los Estados Unidos se convierten en la nueva gran potencia.

Consecuencia de ello, todo aquel orden comienza a resquebrajarse paulatinamente. Tal vez, el inició de ello haya sido la muerte de la propia madre de Reynolds, una reina madre (acaso la Reina Victoria cuyo reinado dejó huellas suficientes para generar una era). Es que la madre de Reynolds, su recuerdo, es como un tótem, un ser omnipresente cuyos atributos no son otros que los de la sabiduría y el amor infinito. La relación entre madre e hijo ha ido más allá de las convenciones sociales, tomando rasgos religiosos. Se ha transformado en la de un creyente y su deidad. Ahora todo está comenzando a cambiar. Y esa presión del cambio es la a raíz por la cual Reynolds, finalmente, acepta casarse con Alma. Esto provocará más que una unión, modificaciones en la estructura y cambios inexorables en su vida que coinciden con los cambios sociales que se observan en la propia sociedad inglesa.

La vida hogareña de Reynolds comenzará a imponerse sobre su vida profesional. El éxito profesional comenzará a serle esquivo. Sufrirá perdida de clientela que buscara a los nuevos diseñadores y las nuevas tendencias. Es el comienzo del derrumbe del orden victoriano a mediados de los 50. La aparición de nuevas costumbres, los cambios en la música, la aparición de la minifalda, el desacartonamiento de la enseñanza, la perdida de rigidez y la permeabilidad en las condiciones sociales.

Esta es la segunda colaboración de Daniel Day Lewis en una película de Paul Thomas Anderson. Anteriormente, había estado en Petróleo Sangriento, trabajo que le valió un Oscar en el año 2007. Decir que Lewis es uno de los mejores actores de su generación es redundante. Lo cierto es que a partir de su creación de Reynolds la película cobra vida y genera interés, y sin lugar a dudas, es otra de sus grandes actuaciones.

Anderson es un guionista y director experimentado, uno de los pocos que puede ser llamado autor en el cine americano. Su primer film estrenado en Argentina es Boogie Nights que data de 1997. A lo largo de estos años estrenó sólo seis trabajos más incluidos el presente estreno: Magnolia, Embriagado de Amor, Petróleo Sangriento, The Master, y Puro Vicio. Su cine péndula entre el relato colectivo y el retrato individual. En los últimos años, su obra se ha ocupado de un personaje principal alrededor del cual se desarrollan todos los acontecimientos. En ese aspecto, la elección de Daniel Day Lewis y su notable actuación es clave en el éxito de la película.

El Hilo Fantasma es aquel que marca el curso de los acontecimientos. El que nadie lo ve, pero que está detrás de los grandes cambios. En la película, siempre, por más insignificante que sea, está ocurriendo algo. La historia no se detiene como no se detiene nuestro mundo que gira en forma permanente. El tiempo pasa, marca momentos en la vida, el hombre envejece, y después, inexorablemente, muere. Todo pasa, algunas cosas quedan, pero el cambio es permanente. Un comentario final para la música de la película. Se trata de una gran banda de sonido que subraya toda la película sin molestar. En una de las escenas del principio encontramos a My Foolish Heart y My Ship por Oscar Peterson, acompañado por la orquesta de Nelson Riddle. Dos joyas del jazz moderno.

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